Borrar
Ana García y Carlos Cerezo pasan ahora unos días en Málaga antes de regresar a EE UU. :: Álvaro Cabrera
Talento malagueño con sello Harvard
SOCIEDAD

Talento malagueño con sello Harvard

Un premio en Japón lanza a Ana García y a Carlos Cerezo a la élite de los jóvenes arquitectos. El éxito de su 'Horizon House' como alumnos de la Graduate School of Design es la otra cara del paisaje gélido que azota a su profesión en España

JOSÉ VICENTE ASTORGA

Domingo, 19 de enero 2014, 20:21

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Varios años en el conservatorio Manuel Carra de Ciudad Jardín fueron un tiempo de pequeños solistas a los que el destino convertiría luego en dúo profesional de éxito en la Graduate School of Design (GSD), de Harvard, ya como arquitectos formados, él en la Escuela de Sevilla y Ana en la de Málaga.

Con el aval de expedientes alicatados de matrículas de honor, el dinero necesario para poder ampliar formación en un centro de excelencia como este no fue obstáculo: Carlos tuvo la ayuda de la fundación la Caixa y ella 9,8 de nota para entrar en la UMA supo también sacarle partido a una beca Talentia de la Junta de Andalucía. Así pudieron arrancar una aventura americana con éxito internacional incluido como coautores de Horizon House, un proyecto premiado en Japón. El trabajo y la suerte siguen casi un año más tarde con ofertas que los alejan años luz del ambiente desolado de la profesión en España, de donde regresarán ahora tras el paréntesis de las navidades a Cambrigde y Boston.

Pablo lo hará para dar clase e investigar en el Massachussetts Institute of Technology (MIT), y Ana, para finalizar en mayo su máster postprofesional de dos años en la GSD y con una oferta en firme para trabajar en un estudio neoyorkino. EE.UU. es un viejo conocido para ella, que antes de Harvard pasó por Carbondale (Illinois) y Chicago. «Allí los arquitectos necesitamos acreditar varios años de experiencia si queremos trabajar, pero si hay una asociación con un profesional local, la posibilidad es relativamente fácil, porque a ellos también les interesa contar con nosotros si quieren desarrollar proyectos en Europa. Los arquitectos españoles están muy valorados en el mundo», explica en relación a sus próximos planes en Nueva York.

Oportunidad única

La Graduate School of Design ha sido la primera piedra de una temprana proyección internacional gracias a la oportunidad como miembros del equipo que el pasado abril ganó la tercera edición de un concurso mundial patrocinado por LIXIL, una gran constructora japonesa, con el encargo de hacer una casa rural sostenible de fin de semana. «No es normal que siendo tan jóvenes hayamos podido llevar a cabo un proyecto con tanta libertad, y encima con el lujo de trabajar con personas de primera línea mundial. Eso no es nada convencional. Sin este premio, hubiéramos tardado mucho o quizás nunca habríamos tenido una oportunidad así», explica Carlos, consciente como su compañera Ana del privilegio de compartir, gracias al concurso, meses de formación y contactos con varios premios Pritzker y sentirse «sorprendentemente conocidos» en un país tan ligado a la excelencia como es Japón «Allí, Harvard tiene una gran red de contactos, con un club de antiguos alumnos en Tokio. Cuando supieron que estábamos por allí, pronto nos invitaron a hablar y a contar el proyecto en diversos lugares», cuenta Carlos.

Una casa rural

Esa propuesta ganadora, Horizon House, en la que participaron dentro de un equipo multidisciplinar para el que fueron seleccionados por la SGD junto a otros seis compañeros Matthew Conway, Robert Daurio, Mariano Gómez-Luque, Nate Imai, Takuya Iwamura y Thomas Sherman, dirigidos por los profesores Mark Mulligan y Kiel Moe se midió con las presentadas por otras once universidades de todo el mundo. De ellas, la que más le gustó al gran Kengo Kuma, presidente de un jurado que reunía también a los arquitectos Tomonari Yashiro y Darko Radovic, fue esa casa rural sin uso de hormigón, hecha a base de madera reciclada de viejos edificios de la zona y en un tú a tú del diseño y sus ocupantes con el paisaje y la vegetación de las llanuras de la isla de Hokkaido. El próximo 27 de marzo será la presentación en la GSD y en el cercano Massachusetts Institute of Technology. «El proyecto sigue después de acabado, hemos instalado sensores para ver cómo se comportan diversos parámetros. Aunque es la más reciente, la casa parece la más antigua de las dos que hay de las otras dos ganadoras del concurso», explica Carlos, especializado en los aspectos ambientales de una casa que servirá para retiro de fin de semana al personal de la constructora que financia el premio.

Terremoto

A Carlos y Ana les unen además de brillantez académica y edad (27 años) la pasión por las obras bien hechas, incluso a prueba de terremotos. «Cuando fuimos en noviembre a la inauguración, ocupamos la casa y por la noche tuvimos un terremoto de 5,5 y más que miedo, lo que nos tuvo en tensión fue ver que la casa se comportaba estupendamente», recuerdan con mezcla de terror y satisfacción. «Nos lo hemos pasado muy bien trabajando en el proyecto. Todos formábamos un buen grupo de trabajo y también de amigos. Aunque no había jerarquía, pronto sabes que todos teníamos que ceder en algún momento en ciertas cosas», coinciden.

Los dos arquitectos trabajan también para organizar en febrero en la GSD el Spanish Day. «Entre 600 alumnos, somos quince españoles, una cifra considerable y queremos hacer algo especial. Contar con la presencia de algunos arquitectos españoles que han pasado por la escuela de Arquitectura de Harvard es uno de los propósitos. En ese censo de elite se cuentan José Luis Sert, decano de la Escuela en los 70; Rafael Moneo, aún profesor en EEUU; o Iñaki Ábalos, director del departamento de Arquitectura.

Los dos malagueños defienden como técnicamente mejor que en EE.UU. la formación técnica del arquitecto en España, pero reconocen la gran distancia en medios de unas escuelas y otras. A Ana, sin embargo, el desafío tecnológico le crea dudas éticas. ¿Por qué podamos hacer algo, debemos hacerlo? Hay cosas que no tienen ningún sentido y solo porque podemos hacerlas ¿es esto buena arquitectura?. La tecnología se está contaminando en un ejercicio exhibicionista y llega a colisionar con el cariño al diseñar un espacio».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios