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Cánovas del Castillo
jugar a leer | historia de andalucía

Cánovas del Castillo

Fue uno de los intelectuales más destacados de la política española contemporánea

ANTONIO GARRIDO , ALBERTO GÓMEZ ALEJANDRO DÍAZ

Viernes, 29 de noviembre 2013, 13:01

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No es cuestión de entrar en polémica sobre quién fue más o menos importante en la política española contemporánea. Partidarios y detractores no dudan en considerar al malagueño Antonio Cánovas uno de los más notables. El canciller Bismarck afirmó que era el único político europeo ante el que se quitaba el sombrero. Cánovas, El Monstruo, el intelectual, el especialista en los austrias menores, consiguió, pese a los defectos del sistema que instauró, cerrar la etapa de guerras y revoluciones que asoló la nación a lo largo del siglo XIX y la puso al borde de la desaparición.

Con los borbones en el exilio, fracasado el experimento de la monarquía de Amadeo I, fracasada también la Primera República, Cánovas construyó el edificio de la Restauración, con el apoyo de la izquierda dinástica que representaba Sagasta. Alfonso XII, hijo de Isabel II, reinó gracias a él. El sistema tenía los pies de barro porque no se respetaba la voluntad popular, las elecciones se cocinaban en el ministerio del Interior y el pucherazo era el método expeditivo de votación.

Los dos partidos se turnaban. Corría el 8 de agosto de 1897 y Cánovas, a la sazón Presidente del Consejo de Ministros, pasaba unos días de descanso en el balneario de Santa Águeda en Guipúzcoa antes de llegar a San Sebastián para reunirse con doña María Cristina. La situación de Cuba y Filipinas era muy grave. Estados Unidos ya tenía decidido iniciar la guerra contra una España cansada y sin recursos.

El matrimonio salió a misa, era domingo. A la vuelta, el político se sentó en un banco, cerca de la puerta de cristales, en el exterior del edificio. Todavía hoy sorprende la ineficacia de los escoltas. Un hombre se acercó y le disparó tres veces a quemarropa. Dos heridas lo fueron en la cabeza y una tercera en el costado. El atentado se produjo a la una y media; una hora después, Cánovas expiró.

El asesino, que estaba registrado como periodista y que no se había relacionado con nadie, se dio a la fuga pero fue preso. Se le identificó como un anarquista italiano. Cuando lo prendieron gritó: «¡Soy anarquista, lo he matado!» En aquellos años noventa se habían sucedido diversas acciones de gran violencia. En 1896, al paso de la procesión del Corpus en Barcelona, lanzaron una bomba que causó ocho muertos.

La tumba de Cánovas

Hay monumentos poco conocidos. Uno de ellos es el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid, en la basílica de Atocha, devoción muy querida por la familia real, en las proximidades del Retiro. El templo se edificó en estilo neobizantino y su autor fue el arquitecto Fernando Arbós. Por problemas económicos no alcanzó la belleza y grandiosidad previstas en origen. El Panteón se construyó entre 1892 y 1899 y se distribuye en un claustro de planta cuadrada con tres galerías que acceden al jardín.

Cánovas reposa sobre un sarcófago en el que se encuentran seis hornacinas de medio punto con relieves que representan a la Templanza, Constancia, Prudencia, Elocuencia, Justicia y Sabiduría. Una figura femenina se deja caer presa del dolor más acerbo. Lleva una túnica que se ajusta al cuerpo y le da impresión de movimiento. Se trata de la Patria que llora la pérdida del estadista. En el lado derecho, otra figura inclina la cabeza, sostiene un libro, se trata de la Historia. Sobrevolando la escena, una figura sostiene la corona de laurel. A modo de telón de fondo, un gran relieve con la figura de Cristo Resucitado. El mausoleo es de mármol blanco y lo realizó el escultor Agustí Querol, en 1906.

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