Catedral de Almería

La primera impresión que produce esta catedral de la Encarnación, primer templo de la diócesis de Almería, es la de fortaleza. No es una impresión equivocada pues se trata de un templo que tiene mucho de castillo. Corría el año 1522 y un terremoto asoló la ciudad. La catedral que se había construido sobre la mezquita mayor, según la norma general y muchas mezquitas se edificaron sobre templos cristianos y estos sobre los del mundo clásico, quedó arruinada. El obispo Fray Diego Fernández de Villalán decidió construir un nuevo templo.

Quizás fue Diego de Siloé quien la proyectó en estilo gótico tardío, ya en los finales de su vigencia arquitectónica, pero con una peculiaridad, los elementos de fortificación. La amenaza de los piratas y la de los moriscos que se habían sublevado no eran ficticias, eran una realidad y esos componentes consecuencia de la necesidad. Encontramos palabras del lenguaje bélico como torreones, almenas, contrafuertes, muros rebajados para evitar el impacto de la artillería y hasta la cubierta se edificó plana para colocar cañones en caso de batalla. Es un templo muy original en este sentido. Se finalizó en 1564, con aportaciones del triunfante estilo renacimiento, de la mano de Juan de Orea.

La catedral era depósito de armas y la guarnición estaba presta para usarla como defensa en cualquier momento. En el primer cuarto del siglo XVII y en diversos años se destinaron partidas para renovar y completar el armamento. En el siglo XVIII, debido a Ventura Rodríguez se construyó el claustro y se reformó el altar mayor.

En concordancia con lo dicho no abundan los vanos. Tiene planta de salón y tres naves que no son muy elevadas. Todo se subordinó a un plan militar más que estético; de hecho, en el largo periodo de construcción y reformas las penurias económicas fueron muchas pero no afectaron de manera fundamental a la construcción. Por no faltar, hasta tiene una torre del homenaje.

En 1567 Juan de Orea, ya citado, rompe con el modelo previsto en la puerta principal e introduce el arco triunfal 'a la romana'. Esta posee dos niveles. El inferior tiene columnas pareadas sobre plintos y hornacinas. El superior tiene un gran interés por el mensaje que plantea. Se presenta al emperador Carlos I como nuevo Hércules.