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Stephane Espinosa posa con las primeras maquetas de la NitroCooler en la feria Inpex, una de las más importantes de Estados Unidos. :: SUR
La cerveza caliente que inspiró a Stephane
sociedad

La cerveza caliente que inspiró a Stephane

Un malagueño inventa una nevera ecológica que no necesita electricidad para su funcionamiento

MANUEL G. BORREGO

Miércoles, 28 de agosto 2013, 09:21

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Hace cinco años Stephane Espinosa, malagueño de 31 años, tomaba una caña con sus amigos en la barra de un bar. La cerveza se fue calentando poco a poco y, al comentarlo con sus compañeros, se le ocurrió inventar un recipiente que mantuviera la bebida fría con el paso del tiempo. Aunque para algunos quedó en una broma, Stephane nunca dejó de verlo como una opción real. Por ese motivo, años más tarde, ya en 2012, el malagueño comenzó a investigar por Internet y a consultar a algunos conocidos que estudiaban ingeniería. En este proceso se encontró, además, con dos aliados inesperados. El primero, los sueños, que le hacían despertarse en mitad de la noche con nuevas ideas para desarrollar el proyecto. El segundo, y no por ello menos importante, fue el nitrógeno líquido, recuerdo de una infancia en la que lo tuvo que usarlo como tratamiento para hacer desaparecer una verruga en la mano.

Combinando todos estos elementos acabó dando con la fórmula. Su idea primitiva, consistente en un complejo sistema de instalaciones de tubos y aires acondicionados, se transformó en NitroCooler, una nevera ecológica en la que se introducen gases licuados a temperaturas bajo cero para conseguir el deseado efecto refrigerador. Estos gases, que contarían con un precio reducido por estar presentes en la atmósfera y por tanto por ser fácilmente accesibles, se comercializarían en los mismos puntos de venta donde se realizan recargas de mecheros.

Además de su uso para neveras portátiles y domésticas, el mecanismo se podrá emplear en vasos, pajitas, cubos de hielo artificiales o inclusos en botellas de vino o champán. Así lo ha ideado este joven emprendedor que dejó el colegio y se mudó a Venezuela con su familia con sólo 15 años. «Yo no he estudiado nada. Tengo solo el graduado escolar y me lo saqué tarde y por mi cuenta», cuenta Stephane. Poco tiempo después volvió a España para retomar los estudios, pero no consiguió finalizar la Secundaria y empezó a encadenar trabajos: alicatador, pizzero, pintor, repartidor, operador de cabinas o limpiacristales son solo algunos de ellos. «Llevo viviendo solo desde los 17 años, así que me considero un buscavidas», explica.

Como tal se ha recorrido medio mundo buscando inversores y participando en las ferias de Valencia, Kuwait o Pittsburgh, en Estados Unidos. En ellas ha recabado el respaldo de multinacionales como Coca-Cola y ha cerrado acuerdos con distribuidores de Europa y Asia, Norteamérica y gran parte de América del Sur. Pese a todo, Stephane se está encontrando con el obstáculo de conseguir financiación para desarrollar el primer prototipo, necesario para materializar el apoyo económico de los grandes grupos. «Tengo muchos inversores, pero todos quieren verlo funcionando antes de poner el dinero», relata Stephane. «Mis ahorros los he gastado ya todos, y ahora es mi madre la que me está echando una mano para pagar la patente (4.000 euros por los próximos 18 meses), por eso necesito un inversor que se haga cargo de los moldes, los estudios y el resto de pasos hasta sacar el primer prototipo».

Con él vendría de la mano la salida al mercado, que Stephane prevé a precios económicos. La nevera portátil, de unos 18 litros, rondaría como máximo los 40 euros, cuando el precio de una normal es de unos 20 euros. En el caso de los grandes frigoríficos, el precio sería notablemente inferior al de la competencia por los bajos costes de producción.

La historia de Stephane no es la única de una familia dada a criar inventores. Su tío, holandés, creó un innovador cortador para quesos blandos; su abuelo, también holandés, cedió a Philips la idea del cortapelos para nariz. Si su negocio florece se plantea viajar a África y dotar a algunos poblados de paneles eléctricos y, cómo no, de sistemas de refrigeración. Mientras tanto continuará con la batalla por la financiación, con próxima parada en la feria de Ginebra.

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