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Ernesto y Carlos (el mayor y menor de los Koplowitz), junto a la iglesia de San Ginés.:: Efe-TV
Ernesto Koplowitz, ¿descansa en paz?
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Ernesto Koplowitz, ¿descansa en paz?

Sus restos vuelven a la tumba tras las pruebas de ADN que solicitó Carlos, su quinto hijo

A. Corbillón

Jueves, 30 de mayo 2013, 14:42

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Medio siglo después de su muerte, Ernesto Koplowitz Sternberg podrá descansar en paz. Desde ayer. El empresario judío que llegó a España huyendo de su Alemania natal fundó algo más que un imperio económico (la actual constructora FCC). También una saga con cinco hijos de tres madres. Hermanastros entre los que anidó el desprecio y las rencillas en la lucha por el máximo trozo de herencia. Sus restos fueron inhumados ayer en la cripta de la Real Iglesia de San Ginés de Madrid ante un séquito de abogados y con la presencia de sus hijos mayor y menor, Ernesto Koplowitz Amores y Carlos Iglesias Rangel.

Un juzgado madrileño había ordenado hace algo más de un año la exhumación de sus restos para responder a la demanda de paternidad de Iglesias, del que los forenses establecieron que las pruebas de ADN acreditaban su consanguinidad en un 99,9% y que la sentencia posterior acreditó. El fallo ponía fin a 20 años de lucha de Carlos, que ayer se mostraba muy emocionado al entrar en la cripta. «Ha sido muy duro violentar los restos de mi padre, pero era mi única tabla de salvación. Lo he pasado muy mal todo este tiempo», reconocía este empresario de 52 años que trabaja para el Estado suizo. Su letrada, Eva Solivella, confirmó ayer que comenzará a pelear ahora por el reconocimiento de su herencia.

Será una nueva y larga odisea judicial en la que volverá a encontrar el rechazo frontal de las hermanas Koplowitz, Esther y Alicia, que, al igual que en el resto de trámites de este largo proceso, no dieron señales de vida en el acto fúnebre. «Si mis hermanas hubieran colaborado nunca se habría realizado la exhumación», continuó Iglesias Rangel. Pero Alicia y Esther han borrado a su hermanastro pequeño de sus vidas desde que decidiera reclamar su paternidad. «La indiferencia es peor que el odio», expresó Iglesias, con el seseo de su castellano de acento latinoamericano.

En un tono más conciliador, el hijo mayor Ernesto Koplowitz Sternberg destacó a las puertas de la iglesia de San Ginés el simbolismo del acto y deseó que su padre «por fin, en el más allá, podrá seguir su camino tranquilamente y olvidarse de los problemas que dejó en esta tierra».

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