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Este jubilado estadounidense de 63 años ha donado su obra a la Iglesia presbiteriana de San Pedro, del neoyorquino pueblo de Spencertown. ::BBC
El último copista de la Biblia
trabajaba entre seis y ocho horas diarias

El último copista de la Biblia

Cuatro años tardó Phillip Patterson en escribir a mano sus 788.000 palabras. «Quería aprender cosas del libro sagrado»

ALBA CASTILLA

Lunes, 20 de mayo 2013, 10:34

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Unos 500 bolígrafos Micron y 2.400 papeles de acuarela son los materiales que ha utilizado el estadounidense Phillip Patterson, de 63 años, para copiar la Biblia ¡a mano! Con una caligrafía limpia y clara, este diseñador de interiores jubilado de Philmont (estado de Nueva York) ha escrito las 788.000 palabras de la traducción anglosajona de esta sagrada escritura, la Biblia de King James, datada en 1611. Una tarea que le ha mantenido ocupado durante cuatro años y que se ha alargado más de lo previsto por sus problemas de salud, a causa del sida y la anemia que padece.

Frente a la ventana de su habitación, Patterson instaló un escritorio donde pasaba entre seis y ocho horas diarias, aunque también hubo jornadas de dieciocho. «Suelo trabajar hasta que ya no puedo permanecer despierto. Me voy a la cama, cierro los ojos y me siento increíblemente sereno», explica a la agencia Associated Press. En 2007, decidió convertirse en copista «para aprender cosas sobre este libro sagrado, no como una búsqueda espiritual», revelaba este hombre que nunca se ha considerado «particularmente religioso». Pero ha aprendido a ser más paciente, confiado y cariñoso con esta labor.

«Escribir la Biblia a mano es una forma de preservar un documento que no acepta mi estilo de vida. Tengo sida. A lo largo de mi vida tuve novios y novias alternativamente», ha comentado a la cadena británica BBC. Y fue un amigo quien le animó a empezar la hazaña. «Al día siguiente me puse a investigar plumas, lápices y papel y nunca miré hacia atrás», dijo.

Dos años tardó en copiar los libros del Pentateuco y establecer su modus operandi. Con regla y lápiz trazaba las líneas sobre las que debía escribir y que más tarde borraba. Después, con la mano derecha escribía cuidadosamente mientras se guiaba con la izquierda por la Biblia. «No había contado con el hecho de que iba a llegar a ser hermoso», dijo Patterson, cuyo texto favorito es el Libro de Ruth, un relato anónimo sobre la lealtad familiar.

Ante una parroquia de 125 fieles expectantes, hace dos semanas, escribió los últimos versos del Apocalipsis en la Iglesia presbiteriana de San Pedro, en el neoyorquino pueblo de Spencertown. Y con un «Amén» rezado a coro entre todos los presentes se dio por concluida esta ceremonia en la que Patterson donaba sus volúmenes. «Realmente voy a extrañar la escritura», comentó nada más darse cuenta de que su cometido había finalizado. «Mis dedos están bien, sin callos», mostraba orgulloso. Ahora, esta Biblia espera pacientemente el último mandato del amanuense: que sea encuadernada.

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