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Algunas de las madres que se han realojado con sus hijos en el edificio de la calle Huerto de Monjas de la capital
Nueve madres solteras con diez niños okupan un edificio de apartamentos en la zona de Ollerías
málaga

Nueve madres solteras con diez niños okupan un edificio de apartamentos en la zona de Ollerías

Los pisos de nueva construcción, en los que las familias viven desde hace más de una semana, carecen de agua y de cocinas

Amanda Salazar

Sábado, 27 de abril 2013, 14:42

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Nueve madres solteras con diez menores a su cargo que van desde el año y medio hasta los ocho años han okupado un edificio nuevo en la calle Huerto de Monjas. Llevan viviendo allí desde el miércoles de la pasada semana. Según explica Juana Cortés, una de las mujeres realojadas, se trata de un inmueble de estudios y pisos de un dormitorio que lleva años vacío. «Todo el mundo en el barrio sabe que no han podido venderlo y que los vagabundos y los drogadictos se han metido dentro y lo han destrozado todo», dice. De hecho, en esta semana que llevan viviendo allí, han estado limpiando y arreglando todos los desperfectos. «Nosotras no hemos forzado ninguna puerta porque ya estaba todo abierto; habían reventado las cerraduras y roto los cristales, que ahora estamos cambiando nosotras», asegura Juana, quien explica que han bautizado el edificio como la 'Corrala de Las Luchadoras'.

El movimiento Stop Desahucios ha estado asesorando a estas jóvenes madres debido a la situación de emergencia habitacional que presentaban. «Fuimos a la entidad bancaria para presentarle un escrito con las razones para meternos en la casa y para realizar una propuesta para un alquiler social; pero parece que no está claro si los pisos están aún en manos de una inmobiliaria que quebró», dice Juana, quien señala que los abogados de Stop Desahucios van a presentar un documento para pedir una negociación con el banco y una auditoría con el juez para explicarle el caso concreto de estas familias. Sea como sea, los dueños no se han puesto en contacto con ellas para reclamarles que se marchen.

Un techo para vivir

Aunque por fin tienen un techo propio, aún queda mucho para que se convierta en un hogar. Los pisos carecen de cocinas. Actualmente, comen en las casas de sus padres o calientan la comida en una hornilla eléctrica de una de ellas. Aunque el edificio contaba con luz, no tiene agua corriente. «Hemos estado limpiando con cubos de agua que cogíamos en una fuente pública cercana», señala Juana. Y las duchas y lavadoras siguen haciéndolas en las casas de familiares y amigos. «Entre todas vamos a reunir dinero para arreglar una cañería, que se había estropeado en este tiempo sin uso, y para dar de alta el agua; poco a poco iremos mejorando lo que tenemos», añaden.

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