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Las españolas se sitúan a la cabeza de todos los países desarrollados
Las mujeres españolas, las más estresadas
estudio

Las mujeres españolas, las más estresadas

La presión sobre la 'superwoman' patria resulta insoportable para ellas y muy llevadera para los que la rodean

ANDREA RODÉS

Sábado, 4 de agosto 2012, 21:58

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Mientras que para la mayoría el mes de agosto es sinónimo de disfrute, relax y descanso, para muchas españolas el verano representa todo lo contrario. ¿Son las españolas más competitivas y vulnerables al estrés que las mujeres de otros países? Parece ser que sí. Un 66 por ciento de las mujeres españolas se sienten estresadas y presionadas por la falta de tiempo, lo que supone el porcentaje más alto de todos los países desarrollados, según el estudio 'La mujer del mañana' de la consultora Nielsen. Por detrás se encuentran las francesas (65%) y las italianas (64%).

Las prisas del día a día y la obligación de conciliar la vida profesional y familiar serían las principales causas del estrés femenino. Y en muchos casos, esta situación no mejora porque el verano llame a nuestra puerta, sino todo lo contrario. El modelo "clásico" de mujer estresada se asocia a la que tiene hijos, pero existe un nuevo patrón de fémina (joven, competitiva, independiente y "sobradamente preparada") encaminada a convertirse en una adicta al trabajo, hasta ahora una de las principales causas de estrés entre los hombres.

"Este tipo de conducta, en la que una persona tiende a solapar su identidad con la profesión para refugiarse de un vacío existencial, suele manifestarse a partir de los 30 años", explica la psiquiatra Rosa Sender, autora de 'El trabajo como adicción' (Ediciones Neurociencias) y especialista en diferencias de género. Los llamados 'laboradictos' corren un riesgo más elevado de padecer ataques de corazón, una causa de defunción en la que los porcentajes de hombres y mujeres se han ido equiparando, entre otras cosas, por la plena incorporación de la mujer al mundo laboral a partir de los años 70, lo que ha elevado su riesgo de convertirse en una adicta al trabajo, y por lo tanto, en una mujer estresada.

Mentalidad olvidada

Otro factor que tampoco ayuda a la estabilidad femenina es la escasez de conocimientos que existe sobre la salud mental femenina, algo que se demuestra, por ejemplo, en que en la mayoría de los estudios realizados no se han tenido en cuenta las diferencias entre géneros a la hora de afrontar situaciones estresantes. "El estrés femenino, a diferencia del masculino, está más vinculado a su condición biológica y a su cambio de rol social", insiste Sender. Mientras que la menopausia y el envejecimiento "se llevan cada vez mejor", el retraso en la edad de ser madre se ha convertido en uno de los principales desencadenantes del estrés femenino.

Los casos más frecuentes se producen en las mujeres que se someten a un proceso de reproducción artificial. "Los hombres pueden tomar distancia de esta situación, pero las mujeres la viven en su propio cuerpo de una forma muy intensa", explica la doctora Sender. Un ejemplo claro de esta situación es Ana Gutiérrez, 'community manager' de 34 años, obsesionada durante los últimos cinco años en quedarse embarazada. Hace seis meses, ella y su marido decidieron probar la fecundación in vitro. La situación ha agravado la ansiedad de Ana, que intenta desestresarse a base de clases de yoga, terapia Gestalt y 'coaching'. También intenta volcarse en el trabajo, aunque no le es fácil controlar su estado de angustia. "No hay que olvidar que cada persona tiene una genética diferenciada, que nos hace más o menos sensible a los estresores", alerta Sender.

Estrés veraniego

Que España y los países del sur de Europa encabecen el ranking de estrés femenino en Occidente es un fenómeno demasiado reciente como para haber sido estudiado, pero esta especialista considera que está vinculado a que en estas sociedades todavía predomina el rol de la 'mujer-madre': cuidadora de los suyos, a pesar de que esté inmersa en la vorágine del mercado laboral. Algo que no mejora con la llegada del buen tiempo, ni mucho menos. Planificar las vacaciones familiares (o un simple cumpleaños infantil) se ha convertido para muchas en un alarde en el que deben demostrar que son buenas madres (organizando las maletas y actividades para que los niños no se aburran), buenas parejas (permitiendo que él duerma la siesta mientras ella se hace cargo de los niños en la piscina) y trabajadoras válidas (adelantando sus tareas para que no haya conflictos en la empresa a su regreso). Y aún les tiene que quedar tiempo para adelagazar, broncearse, quedar con los amigos, despedirse con unas cañas de los compañeros de trabajo...

La presión sobre la 'superwoman' patria resulta insoportable para ellas y muy llevadera para los que la rodean. Una buena muestra de ello es que en nuestro país cuesta que los hijos abandonen el hogar, mientras que el norte de Europa y EE.UU. nos llevan años de ventaja en el reconocimiento de la mujer independiente (sea o no madre), desapegada del hogar paternal. Algo que aquí ni existe ni se plantea y que explica la presión que sufren muchas treintañeras por demostrar que son independientes y competitivas.

Otro caso es el de Marta Marsé, una economista de 32 años, soltera y estresada. Quedar con ella es prácticamente imposible: "Lo siento, voy muy liada", es su respuesta por defecto. Ella misma reconoce que en los últimos años ha sido víctima del estrés. En primer lugar, porque debido a la crisis económica vive con el temor constante a perder su empleo. En segundo, por pretender calmar su ansiedad con una agenda atiborrada de actividades, desde los estudios de Antropología en la universidad, a clases de danza, yoga y meditación. "La crisis no debe frenar nuestros proyectos vitales", comenta mientras cree que explorar su parte espiritual a costa de hiperactividad puede ayudarla a reducir su nivel de estrés.

"A veces parece que esté de moda decir que estás estresada", observa preocupada la doctora Sender. Es verdad que la crisis ha multiplicado las situaciones estresantes en el plano laboral y personal, pero no comporta todo el mundo reacciona de la misma manera. Ante la amenaza de un ERE, una empleada puede caer en una crisis de ansiedad, mientras otra "sigue optimista y ya ha empezado a enviar currículums", observa la psquiatra. Y en el plano familiar, esa misma inestabilidad económica ha provocado que la mujer haya pasado a ser, en muchos casos, el principal sustentador de la economía doméstica. Según un estudio reciente publicado por la consultora Manpower, el 37% de los parados de larga duración en España son cabezas de familia (el cónyuge con el mayor sueldo), hasta ahora el marido. Conclusión: más presión sobre la 'superwoman'.

Crisis familiar

Convivir con un marido desempleado puede suponer una situación estresante y una fuente de problemas para la pareja. "Transcurrían las semanas y tenía que hacer un esfuerzo para acordarme de que tenía un marido", comenta María Luisa Pons, una enfermera de 60 años, al pensar en la temporada en que su marido se quedó en el paro. Al llegar a casa, agotada de trabajar, se encontraba con la casa desordenada, y que tenía que preparar la cena de sus hijos y su marido.

No obstante, los hombres de generaciones posteriores, los que están entre los 35 y los 45 años, "están asumiendo mejor su nuevo rol paternal y que sea su pareja quien traiga el pan a casa. Este cambio de roles es un fenómeno que no se había dado nunca", concluye Sender. Pons entendió por primera vez lo que era el estrés hace cinco años, cuando tuvo que volver a trabajar tras una década dedicada a los hijos y el hogar. Su marido estaba a punto de perder el empleo y era urgente asegurar un segundo sueldo para poder mantener el chalé con jardín construido en las afueras de Barcelona en plena época de vacas gordas. Con 55 años, Pons fue contratada como interina en un hospital público de Mataró. "Estaba muy presionada para ponerme al día, a las enfermeras les piden hoy polivalencia", cuenta al recordar la ansiedad que le generaba no estar a la altura de las más jóvenes. "El mercado laboral no valora a las profesionales con más edad y experiencia, excepto porque no hay riesgo de que te quedes embarazada", se lamenta. Trabajando en turnos de día y noche, llegaba a casa agotada y se encontraba a su marido hundido en el sofá, deprimido. Ahora que por fin él ha vuelto a encontrar trabajo, a ella le han despedido, víctima de los recortes. "La crisis tiene algo bueno, que aprendes a conocerte mejor a ti misma y a tu pareja. Sin dinero, no vale lo de irse de viaje para distraer los problemas de convivencia, así que hay que hacer un esfuerzo para volver a ilusionarse", añade la enfermera. Ya lo dice el refrán: "Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor se va por la ventana".

¿Cómo saber si estás estresada? (de menos a más)

- Estás hiperactiva y obsesionada con tu agenda. No puedes tolerar ni un solo minuto

del día desprogramado.

- Te cuesta improvisar y/o disfrutar de las pequeñas cosas.

- Intentas leer un libro, pero no logras concentrarte. Tu mente está en otra parte.

- Piensas que tomarte una cerveza con un amigo es perder el tiempo.

- Repites constantemente "estoy muy liada" y nunca encuentras un momento para quedar a charlar con un buen amigo.

- Hablas todo el rato de ti misma y de tus problemas y no escuchas a los demás.

- Dudas de todo, hasta de qué marca de yogur comprar.

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