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andalucia en el doce

Los floristas siempre ganan

MARÍA DOLORES TORTOSA

Domingo, 1 de abril 2012, 15:27

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LA desaparecida Benazir Bhutto, defensora de la democracia y la libertad personal, le preguntó en una ocasión un periodista cómo una mujer educada en occidente y de su nivel intelectual había accedido a un matrimonio musulmán tradicional, es decir, concertado por las familias. «En un matrimonio arreglado las expectativas no son muy altas», respondió ella con diplomacia. Puede funcionar bien, pero si no, la decepción es menor. Lo mismo que en la vida personal, en la política también juegan un papel importante las expectativas y las decepciones. Esta es una manera de explicar la paradoja de los sentimientos encontrados la noche electoral del 25M, en la que los vencedores fueron los derrotados y viceversa.

En el PSOE estaban preparados para recibir el peor varapalo de su historia. Hacía semanas que en las consejerías recogían y ordenaban papeles para el traspaso de poder. Salvo Griñán, al que se le vio esta campaña totalmente convencido de la gesta, como él mismo llama haber resistido a la ola azul, casi todos lo daban por perdido.

La palabra gesta ya indica hasta qué punto es paradójica la asunción de los socialistas de la primera derrota electoral en 30 años. Ni un átomo de autocrítica pese a perder nueve diputados. La razón no es otra que la de las expectativas que antes mencioné. Al PSOE le tocaba en el baile de la noche electoral sacar a la más fea, la derrota total.

El PP ya llevaba meses vestido de etiqueta para celebrar el anunciado enlace con su primera victoria en las andaluzas. Y es justo decir que se lo había ganado a pulso. Javier Arenas había hecho un buen trabajo de oposición, no solo socavando al adversario con la iniciativa política durante tres años, sino trabando una alternativa de gobierno muy preparada y creíble que podría dar oxígeno al ambiente demasiado cargado de la Junta tras 30 años de gobiernos socialistas.

Creíble hasta que sus compañeros de partido del Gobierno entraron en acción. Los analistas futuros dirán si fueron medidas tan erráticas como la reforma laboral las que minaron el camino de Arenas a la Presidencia de la Junta. O si, como yo creo, intervinieron también los modos y la estrategia de tierra quemada de muchos de sus cargos andaluces tras las municipales. Dieron al traste con su mensaje del cambio tranquilo.

El PPconsiguió ganar, pero sin mayoría para gobernar. La suya que prometía ser una boda por amor se quedó en un plantón ante el altar. Lo que más duele. Mientras que en el baile, al PSOE le sacó a bailar el patito feo de pronto convertido en cisne. Así ven ahora en el PSOE a Izquierda Unida. Este será un casorio arreglado, sin expectativas muy altas. Pero igual funciona, según la teoría de Bhutto.

«La gente había comprado flores para nuestra tumba y ahora las traen para felicitarnos», me dijo un dirigente del PSOE para justificar la exhibición de euforia pese a la pérdida de escaños. En cualquier caso, los floristas siempre ganan y otra vez han hecho su agosto. Ahora solo queda por ver cómo la romería de devotos cambian de procesión.

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