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Boris Soler trabajando en su establecimiento, ubicado en la calle Cristo de la Epidemia de la capital malagueña. :: sur
«El sillón de la peluquería es un confesionario»
LA GRANIZADA

«El sillón de la peluquería es un confesionario»

El peluquero tiene muchos más clientes de los que acuden a su peluquería. Miles de personas siguen las recomendaciones de su blog o le piden consejo a través de Twitter y Facebook

NURIA TRIGUERO

Sábado, 30 de julio 2011, 12:01

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Boris Soler tiene muchos más clientes de los que acuden a su peluquería. Miles de personas siguen las recomendaciones de su blog o le piden consejo a través de Twitter y Facebook. Además del prestigio que ello le ha proporcionado, confiesa estar «enganchado» al efervescente mundo de las redes sociales.

¿Es peluquero por vocación o por tradición?

Ni por una ni por otra. Yo estudié FP de electrónica porque mi padre es electricista, pero no sé qué cable se me cruzó que me empezó a atraer el mundo de la peluquería. Así que cuando terminé me matriculé en una academia. Aquello me gustó y con 22 años abrí mi primera peluquería.

Pero antes trabajó en la construcción. Pasó de poner ladrillos a poner rulos...

Estuve seis meses trabajando en una obra en Marbella, de peón y de soldador. Con ese dinero me compré mi primera Vespa.

Los peluqueros, ¿tienen algo de psicólogos?

Un poquito, pero más que nada por la experiencia que te da tratar con la gente. Ves en seguida si la clienta viene triste y entonces intentas darle otro toque para que se vaya más animada. Y luego la gente te cuenta unas cosas que no te puedes imaginar...

¿Y eso a qué se debe?

El sillón de la peluquería es como un confesionario. Yo tengo mis manos en tu cabeza, se crea una conexión, una confianza... Y hay veces que pienso: ¿pero cómo esta mujer me está contando esto?

Tantos años de peluquero, ¿son un máster en cotilleo?

¡Aquí no hay cotilleo! Nosotros no tenemos revistas del corazón y mi equipo sabe que no puede hablar de una clienta con otra.

¿Hay algún famoso al que le gustaría peinar?

No soy mitómano. El peinar a fulanita o menganita no me llama la atención. A mí lo que me gustaría es ir un día al mes a peinar a un hospital o a algún sitio de gente necesitada. Y ojo, he trabajado en pasarelas de moda, he peinado a mucha gente guapa. Pero me quedo con la gente normal.

Con la crisis, ¿nos hemos vuelto menos presumidos?

La clientela no se ha perdido, pero viene menos. La que venía una vez a la semana viene una vez al mes; la que venía una vez al mes, ahora cada dos meses... Pero este año está yendo mucho mejor. Y yo le tengo que agradecer a la crisis que me haya abierto una oportunidad muy importante, la de las redes sociales. Empecé a meterme en ese mundo porque había menos trabajo y me aburría, pero ahora son precisamente las redes sociales las que nos están ayudando a salir de la crisis.

Es toda una celebridad en Internet: tiene 20.000 seguidores en Facebook, vídeos que han sido vistos 120.000 veces en Youtube... ¿Pasa más tiempo con el ordenador o con el secador?

Yo me meto en el ordenador solo cuando tengo un hueco en la peluquería. Hay gente que me dice: ¿cómo tienes tiempo para eso? Pero es que esto es parte del negocio, aunque en las redes sociales hay que dar sin esperar nada a cambio... Y te tiene que gustar, claro, que a mí me encanta.

A usted que está al tanto de las últimas tendencias en peluquería, ¿le frustra no poder practicar consigo mismo?

Es paradójico, ¿verdad? [risas] No me complico nada peinándome, porque por desgracia soy calvo desde los 27 años. ¡Yo que tenía unos rizos impresionantes!

¿Qué se considera imperdonable en protocolo capilar?

Nada, por suerte ya no hay modas. Hace un año hasta llevar raíces era tendencia. Otra cosa es el descuido, eso sí es imperdonable.

¿Entonces, todas las españolas ya no quieren ser rubias?

¡No, afortunadamente! Pero muchas latinas sí, y es dificilísimo conseguir que quede natural.

¿Hay algo que le ponga los pelos de punta?

El maltrato a las mujeres. Es algo que me subleva.

Después de tantos años trabajando con y para mujeres, ¿ha aprendido algo de ellas?

Que son mejores que los hombres. Tienen un sexto sentido y una forma de trabajar más colaborativa, en cambio nosotros somos más de ponernos medallitas. Yo soy mejor persona gracias a las mujeres que he tenido alrededor.

Si la cara es el espejo del alma, ¿qué es el pelo?

El pelo te puede decir muchas cosas: el estatus social, el nivel adquisitivo... Pero ojo, no la personalidad. El pelo dice lo que a ti te gustaría ser, no lo que eres.

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