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Los restaurantes se comen el Centro Histórico de Málaga
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Los restaurantes se comen el Centro Histórico de Málaga

El negocio de la hostelería vive un momento de efervescencia en el casco antiguo, con continuas aperturas y cierres de locales

J. J. BUIZA

Domingo, 27 de febrero 2011, 16:08

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Comer en el Centro de Málaga está de moda. Y realmente hay donde elegir. Sólo hay que echar un vistazo a sus principales calles para encontrar un amplísimo abanico de posibilidades, desde locales de alta cocina a las franquicias de 'fast-food' más sonadas, pasando por taperías, pizzerías, vegetarianos, espagueterías, woks, establecimientos de comida casera y restaurantes de casi cualquier nacionalidad (chinos, italianos, turcos, japoneses y hasta un libanés).

La oferta de restauración en el casco antiguo de la capital se ha disparado en los últimos años a pesar de la crisis. Pese a que no existe un censo exacto, la Asociación de Empresarios de Hostelería de Málaga (Aehma) calcula que el número de locales en este entorno puede superar ya el medio millar frente a los 380 que había hace unos cinco años, según indica su presidente, Rafael Prado. ¿La razón? El boom turístico que desde hace unos años vive el Centro Histórico.

«La restauración ya no es un complemento al turismo como antes, sino que se ha convertido en un atractivo de primer orden», afirma Prado. A ello hay que sumar el nuevo turismo de cruceros que ha surgido en Málaga y que ha animado a muchos emprendedores a abrir bares y restaurantes en aquellas calles integradas en los itinerarios peatonales de los cruceristas.

Desde Aehma informan de que muchos de los nuevos establecimientos que han abierto son traspasos de negocios que han cambiado de nombre, pero también hay bastantes que se emplazan en locales que antes ocupaban comercios o empresas de otros sectores que se han visto más dañados por la situación económica.

El tapeo manda

Ejemplos recientes los hay de todo tipo, desde franquicias a restaurantes de lujo. Uno de los casos más exitosos ha sido el de Matahambre, la cadena de tapeo nacida en Torremolinos que desembarcó en la calle Calderería el año pasado. A los pocos meses de su apertura, este local se ha convertido en el que más facturaba de la red, que cuenta con unas nueve franquicias repartidas por distintas provincias.

El de Matahambre no es el único ejemplo de restaurantes que han dado el salto desde la Costa del Sol al Centro Histórico de la capital. Hace pocas semanas se inauguró oficialmente en la calle Alcazabilla el nuevo local de la firma marbellí Terra Sana. Se trata de una cadena especializada en comida saludable, de estilo californiano y que cuenta con una decena de establecimientos entre propios y franquiciados.

La pujanza del casco antiguo también ha atraído a los mejores maestros de la cocina en Málaga. Así, Dani García optó por la calle Fresca para abrir uno de los gastrobares de su marca La Moraga, donde se sirven tapas de alta gastronomía a un precio asequible. Otro chef de prestigio, aunque menos mediático, Amador Fernández, da nombre a otro nuevo restaurante de postín que ha abierto sus puertas en la calle Tejón y Rodríguez. Se trata de su segundo establecimiento después del que está ubicado en el Hotel Villa Guadalupe, en El Atabal.

Pero la nueva oferta hostelera del Centro de Málaga cuenta también con opciones más modestas. Una de ellas es ElDuende, restaurante de cocina casera con toques de autor que abrió sus puertas en la calle Mariblanca el pasado mes de octubre. Su propietario, Antonio Laborde, señala que en su carta destacan los platos mediterráneos, desde recetas marroquíes a arroces valencianos, pasando, como no, por la cocina andaluza. Todo ello a un precio asequible y con menús a mediodía.

«El Centro estaba en auge y era la oportunidad de abrir», esgrime Laborde como justificación a este nuevo proyecto, el cuarto que pone en marcha en el ramo hostelero después de contar con restaurantes en Valencia, Sevilla yMarbella. Más novedosa es la apuesta de Marco Thiene, quien hace un par de meses puso en marcha la Osteria Bocca della Verità, una tasca italiana diferente, alejada de los tópicos de la pizza y la pasta.

Unos cierran, otros abren

«Osteria se puede traducir como taberna; servimos tapas de estilo italiano, hechas con productos italianos», comenta el dueño del establecimiento, situado en la calle Granada, en un local que antiguamente ocupaba una tienda de embutidos y comestibles para gourmets. Aunque está orientado fundamentalmente al tapeo y el picoteo, también oferta un plato del día y, al menos dos veces al mes, celebra encuentros entre estudiantes de español e italiano.

Pero la proliferación de nuevos bares y restaurantes no quiere decir ni mucho menos que el Centro Histórico se haya convertido en un reducto inmune a la crisis. En general, la facturación ha bajado y son bastantes los establecimientos que han cerrado sus puertas en los últimos tiempos, entre ellos Lizarrán, Sacacorchos, Perro Blanco y Nouvelle. Fuentes del sector advierten además de que son muchos los empresarios del ramo que quieren traspasar sus negocios, aunque no siempre figure un cartel en su puerta.

Pero lo que está fuera de toda duda es que el sector de la restauración en la zona sufre menos la caída del consumo en general si se compara con otros ámbitos de actividad, sobre todo el comercio. En esta línea, la gerente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico, Angelines de Lorenzo, reseña que hay muchos ejemplos de tiendas que cierran para dar paso a un bar o restaurante.De Lorenzo cita tres casos sólo en la plaza de la Constitución, donde una ferretería, una librería y una óptica han dejado su lugar a establecimientos de comida, entre ellos una franquicia de 100 Montaditos.

«Parece ser que en tiempos de crisis la hostelería se ha convertido en el abrigo de muchos inversores», apunta la gerente de este colectivo, que alerta de que esta situación puede generar una «descompensación» que a la larga perjudique al tejido comercial de la zona. Desde Aehma, Rafael Prado también se muestra preocupado por una «saturación» de la oferta de bares y restaurantes que ya se está dando en algunas calles. De hecho, asegura que este exceso de locales ya molesta a algunos empresarios.

Hay voces que incluso han llegado a sugerir una norma que limite el número de restaurantes, aunque desde Aehma apuestan más por planes que incentiven la apertura de otra clase de negocios, sobre todo en áreas más degradadas como el entorno de las calles Carretería, Nueva o San Juan. Algo similar reclama la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico, que ya se ha reunido con la Concejalía de Comercio y ha planteado fórmulas para incentivar el alquiler de locales vacíos.

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