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¿Por qué no me iba a pasar a mí?
psicología

¿Por qué no me iba a pasar a mí?

El psicoterapeuta y experto en autoayuda afirma que hay que acostumbrarse a vivir con incertidumbre, «el mal de nuestro tiempo» Jorge Bucay reflexiona sobre los problemas derivados de la crisis

REGINA SOTORRÍO

Sábado, 28 de noviembre 2009, 12:50

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Es la pregunta sin respuesta más repetida ante un contratiempo: «¿Y por qué a mí?». Pero Jorge Bucay, médico y psicoterapeuta, propone darle la vuelta. Para el conocido autor de libros de autoayuda, la interrogante debería ser: «¿Y por qué no a mí? ¿quién soy yo para pensar que a mí esto no me podía pasar?». En definitiva, asumir la realidad. Bucay, que ayer pronunció una conferencia en Ámbito Cultural de El Corte Inglés, reflexiona sobre los problemas derivados de la crisis.

El paro

«Nunca se debe aparentar que no pasa nada»

Perder el trabajo es una situación «muy dolorosa», pero ante la que hay que reaccionar. El punto de partida es «no esconderse» de la familia y de los amigos. «Nunca se debe aparentar que no pasa nada ni aguantar el aguacero solo. Las alegrías compartidas se multiplican y las desgracias compartidas se dividen», afirma Jorge Bucay. Opina, además, que la difícil coyuntura debe servir al trabajador para «valorar el empleo que tiene». «En tiempos como este, cualquier trabajo es mejor que ningún trabajo. No son tiempos para que uno se dé el lujo de poder elegir».

La falta de autoestima

«Mal de muchos, consuelo de todos»

Puede ser una de las consecuencias de la pérdida del empleo: la caída de la autoestima y de la confianza en uno mismo. En estos casos, Bucay aconseja cambiar la manida pregunta de «¿y por qué a mí?» por «¿y por qué no me iba a pasar a mí» y, además, recurrir a la sabiduría popular. El experto recuerda que el refranero castellano dice «Mal de muchos consuelo de todos», una frase que se ha transformado -erróneamente, según el psicoterapeuta- en «Mal de muchos consuelo de tontos». Asegura que una persona sí puede consolarse al saber que no es el único en vivir una situación delicada.

El papel de los amigos

«Se debe recurrir a ellos, es la única posibilidad»

Dicen que quien tiene un amigo, tiene un tesoro. La frase cobra fuerza ante una dificultad: cuando uno vive un mal momento, la compañía evita agregar a eso la idea de que se está solo ante del dolor. «No sólo se debe recurrir a ellos, sino que es la única posibilidad», señala Bucay. El papel de los amigos es «sostener el alma del otro, acompañarle en el dolor». El especialista diferencia entre comprender y entender: «Entender se entiende con la cabeza, comprender se comprende con el corazón». Al amigo hay que comprenderlo.

Dificultades económicas

«Puede ser un motivo para aunar esfuerzos»

Bucay asegura que las dificultades económicas no tienen por qué ser siempre «un motivo de incordio». Hay dos posibilidades: considerarlas «un gran trastorno y una razón para pelear»; o convertirlas en «un motivo para juntarse y aunar esfuerzos». Ante la caída de los ingresos, toda la familia debe ser cómplice y aliada. «Nunca hay que hacerle creer a los hijos que no pasa nada para que no sufran, o esconderle a la esposa que estás ganando menos, o no decirle al marido que no te alcanza el dinero para hacer frente a los gastos de la casa». Esa actitud siempre es un error. Se debe «asumir que hay cosas que podrás hacer y cosas que no».

La relación con la pareja

«Puede desenmascarar problemas previos»

La crisis puede «desenmascarar» problemas previos en una relación sentimental; o bien reforzar la unión. Es decir, si la pareja tiene una buena relación, la crisis la fortalece. Si la pareja ya estaba «enganchada en una historia de rutina que no tenía sentido», la destruye. El obstáculo no es la coyuntura económica, es la situación previa. «La crisis lo que hace es agrandar lo que ya había», apunta Bucay.

La incertidumbre

«Necesitamos confiar en nuestros recursos»

«La incertidumbre es el mal de nuestro tiempo, el modelo de un mundo que cambia demasiado rápido», dice tajante Bucay. No queda otra que «aprender a vivir con ello». Para eso, «necesitamos nuestra autoestima, confiar en nuestros recursos y convencernos de que vamos a encontrar la posibilidad de salir adelante». En resumen, ser optimistas. «El optimista es alguien que pese a una situación difícil cree que hay cosas por hacer y se pone a hacerlas. El pesimista es aquel al que le pesa tanto la profecía siniestra que tiene de futuro que decide que ya no puede hacer nada y se estrella en la situación dolorosa que vive», concluye Bucay.

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