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Lola Tuduri Loring, María del Carmen Reding, Pedro Loring, Tomás Loring y Félix Gómez-Guillamón, en la Alameda. / CARLOS MORET
«El apellido pesa... para bien»
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

«El apellido pesa... para bien»

La historia de sus familias es también la historia de la ciudad. Descendientes de los Heredia, los Loring y los Reding llevan con orgullo la 'carga' de su ilustre pasado

A. J. LÓPEZ

Domingo, 15 de noviembre 2009, 02:48

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Al final resulta que son familia. En mayor o menor grado, pero todos están emparentados entre sí. Normal. Porque aquella oligarquía malagueña del XIX se caracterizó por estrechar sus vínculos empresariales con otros lazos, los de sangre. Y así, Félix Gómez-Guillamón Werner (nieto de la tatara nieta de Manuel Agustín Heredia) recuerda sus ancestros compartidos con Tomás Loring, que a sus 85 años reclama para sí el peso de la conversación.

El bisnieto de Jorge Loring Oyarzábal se presenta: «Tuve la suerte de arruinarme con 50 años y desde entonces siempre voy 'ligero de equipaje'. Tuve una cafetería, La Española, donde yo mismo servía los cafés detrás de la barra. Muchos se sorprendían al escuchar mi apellido. Me decían 'Pero hombre, ¡cómo te vas a poner tú a servir los cafés!'. Y yo les respondía '¿Y por qué no?'.

Animado y socarrón, Tomás Loring acude a la cita con dos sobrinos, cada uno de una rama distinta del árbol genealógico familiar: Lola Tuduri Loring y Pedro Loring. El segundo reconoce: «Durante muchos años viví fuera de Málaga y cuando nos trasladamos aquí nos dimos cuenta de lo que representa este apellido en la ciudad». Su prima añade entre risas: «Siempre he sido muy alegre, me gusta gastar bromas y mis compañeros de trabajo me dicen a menudo (siempre en broma, claro) que soy de sangre azul y que me tengo que comportar». Eso sí, todos recuerdan que los títulos nobiliarios que obtuvieron sus ancestros no han llegado hasta ellos.

Aun así, ¿pesan apellidos como los suyos? Todos responden al unísono: «El apellido pesa... pero casi siempre pesa para bien». Es la conclusión a la que llegan los descendientes de Manuel Agustín Heredia y Jorge Loring Oyarzábal. Varios continuadores de la saga Larios declinaron la invitación para participar en el encuentro. Una reunión en la que también acude María del Carmen Reding, tataratataranieta de Teodoro Reding, el militar que participó en la batalla de Bailén al mando de las tropas españolas.

Una figura anterior en el tiempo a las de aquellos empresarios del XIX, que ahora recupera el protagonismo merecido: «En los últimos años se está valorando más la labor de Reding. Es una satisfacción, sobre todo para mi familia, porque somos los únicos que conservamos el apellido en España», prosigue.

Un pasado muy presente

Como el resto de los contertulios, María del Carmen Reding admite que en el seno familiar siempre estuvo muy presente la historia de sus antepasados. «Nos contaban todo lo que habían hecho para que fuéramos conscientes de la familia a la que pertenecíamos», apostilla.

Un interés que cambió incluso el destino laboral de Félix Gómez-Guillamón Werner. «Iba para abogado, pero al escuchar las vivencias de mis antepasados me picó el gusanillo y acabé estudiando Historia», recuerda el nieto de Concha Heredia Benito, tataranieta de Manuel Agustín Heredia. «Me encanta bucear en la historia de la familia. Resulta apasionante», añade.

Y como la Historia es circular, uno de los vástagos lejanos de Manuel Agustín Heredia ha regresado al lugar de sus ancestros. Así, Tomás Heredia, nacido en Málaga, se acaba de comprar una casa en Rabanera de Cameros, la localidad riojana de la que partió rumbo al Sur Manuel Agustín Heredia hace dos siglos. Ahora Tomás cierra el círculo.

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