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A. R.
Domingo, 6 de septiembre 2009, 04:22
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El presidente de la corrida, Manuel Baena, le barrió una oreja a Miguel Ángel Perera pedida mayoritariamente por el público. El hombre quiso tener también su minuto de gloria en la Goyesca y se convirtió en triste protagonista. Primero por regalarle la segunda oreja a Manzanares, que le permitía salir por la puerta grande, y segundo por quitársela a Perera, que suponía asegurarse la salida a hombros. El público protestó de varias formas y una de ellas fue arrojando algunos objetos y botellas de agua vacías al ruedo, por lo que el festejo estuvo suspendido durante varios minutos. Además, cuando las mulillas ya se habían llevado al toro, sacó el pañuelo blanco y el alguacilillo salió presto al desolladero a por la oreja. Pero no, no quería Baena decir eso, si no que saliera el siguiente toro, creando una confusión generalizada en la plaza. Ni siquiera Perera había salido al tercio a recoger la fuerte ovación del público, que le obligó a dar dos clamorosas vueltas al ruedo. Luego se desquitaría el torero con el sobrero que pidió.
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