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El pensador
CRUCE DE VÍAS

El pensador

JOSÉ ANTONIO GARRIGA VELA

Domingo, 5 de julio 2009, 03:31

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AL principio, me sorprendió comprobar que yo tenía poderes telepáticos. Luego me he ido acostumbrando a esa capacidad innata que poseo para convertir en realidad tanto los pensamientos como las fantasías. A menudo, me sucede que me pongo a pensar en alguien que no veo desde hace tiempo y en ese preciso instante se cruza conmigo por la calle o me llama por teléfono. Estoy seguro de que existe una sala de espera de la vida. Un lugar en donde aguardan las personas que queremos, dispuestas a aparecer cuando sean reclamadas por nuestro misterioso subconsciente.

Ignoro en qué lugar de la mente reside esa fuerza que arrastra a los demás a cumplir mis deseos. Los llamo en silencio y ellos acuden. A veces, me cito con los muertos. Nos vemos en un lugar que no sé muy bien dónde se encuentra. Un lugar de la mente. Paso horas enteras con ellos. Les cuento las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Me encuentro bien en su compañía. Siempre me ha gustado el silencio y no hay mayor silencio que el silencio de la muerte; aunque los muertos sigan vivos en el pensamiento.

Tengo la certeza de que cuando me concentro en una persona determinada, esa persona también está pensando en mí en ese preciso instante. Mi pensamiento traspasa su voluntad y se instala en su cerebro. Ella piensa en mí porque yo pienso en ella. Existe un territorio donde concurren los pensamientos. Ese territorio va tomando forma a medida que pasa el tiempo. Lo cierto es que estoy más en el mundo de los pensamientos y la fantasía que en el mundo real de la vida cotidiana. Mi capacidad mental ha llegado hasta tal extremo que mis amigos no se molestan en llamarme por teléfono para citarnos sino que esperan a que yo los reclame mentalmente. Así es mucho más cómodo, porque ni siquiera tienen que moverse de casa para estar juntos.

Mi vida transcurre en el pensamiento. Mi soledad está plagada de amistades y seres queridos. Ellos ignoran que están conmigo cuando de pronto se ausentan y pierden el sentido de la realidad. Después vuelven a la vida cotidiana y yo me pierdo de nuevo en la fantasía. Pienso constantemente. Es algo que ocurre al margen de la voluntad. Pienso sin querer. Y los protagonistas de mis pensamientos nunca fallan a la cita. No sé si me explico. No sé si me comprenden. La vida es pensamiento. Lo demás es fantasía. Pensamos que vivimos y ponemos decorados a nuestro pensamiento. Eso es todo. Un montaje de la mente. En este momento, usted está conmigo. Mis pensamientos se han colado en su cerebro y aunque cree que se encuentra leyendo el periódico, eso no es exactamente cierto. Usted se acaba de convertir en el fantasma de mis pensamientos. Un personaje de papel. El protagonista de este cuento.

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