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Kusha Ghoreishi y Guillermo Casado, en su estudio Q-Ark Arquitectos, situado en el PTA. / M. D. T.
Casas abiertas al sur
SOCIEDAD

Casas abiertas al sur

Preocupados por el medio ambiente, fusionan tradición y 'software' y diseñan mirando al sol y por el agua. Son los nuevos arquitectos

MARÍA DOLORES TORTOSA

Domingo, 17 de mayo 2009, 04:27

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De repente, casi sin esperarlo, muchas miradas se han girado hacia ellos. Un congreso en Córdoba y Sevilla, 'Transferencias', promovido por la Fundación Arquitectura Contemporánea, da voz a jóvenes técnicos andaluces, que desde abril hasta junio, exponen cómo deben construirse las casas de hoy para el futuro o cómo debe entenderse el urbanismo. La mayoría forma parte de una generación de los treinta a los cuarenta y son autores de proyectos alternativos a la arquitectura basada en el ladrillo. La Escuela de Arquitectura de Málaga ha iniciado este curso un trabajo de investigación sobre los jóvenes arquitectos andaluces. Algo se mueve en torno a ellos ¿Por qué este interés? ¿Qué traen de nuevo que tanta atención empiezan a suscitar?

José Ramón Moreno (55 años), director de la Escuela de Arquitectura de Málaga, reconoce que, fracasado el 'boom' ladrillero, se dirige la mirada hacia quienes hasta hace poco «eran considerados casi marginales». Hacen falta nuevas fórmulas para solucionar los problemas actuales, relacionados con el medioambiente, el cambio climático, la emisión de gases, derivados del excesivo consumo energético o la escasez de agua, entre otros.

Hace tres décadas, el arquitecto José María Cabezas explicaba a sus alumnos de la Escuela de Arquitectura de Sevilla que los edificios «hay que abrirlos al sur». «A todos les pareció una locura, aquí, en Andalucía, con el calor que hace, decían, y tenía razón», recuerda José Ramón Moreno. Hoy Cabezas, prosigue Moreno, está considerado el fundador en Andalucía de la arquitectura sostenible y bioclimática. Y ese es el camino elegido por un grupo pujante de las nuevas generaciones que intenta dar aires renovados a las casas y edificios.

Su hijo, José María Cabeza Laínez (45 años), profesor titular de Composición Arquitectónica en la escuela sevillana (además de profesor de Música y cónsul de Japón en la capital andaluza) sigue la corriente bioclimática y ha desarrollado un 'software' capaz de advertir de las emisiones de CO2 o la energía que va a consumir una construcción en función del lugar, la orientación y su distribución, entre otros aspectos.

Energía

«Tradicionalmente los arquitectos nunca se han preocupado de saber cuánta energía consume una casa, ni de tener en cuenta los fenómenos meteorológicos de una zona. No pensaban que el diseño y la energía tenían nada que ver. No les importaba si un edificio gastaba más o menos». Cabezas prosigue: «Uno se sorprende cuando va a un edificio de la Junta, todo cristales y con las luces encendidas todo el día, y es que no por muchos cristales hay más luz». Son las reflexiones de este profesor sevillano que dirige un equipo de investigación sobre arquitectura y Medio Ambiente.

«Toda la arquitectura debería ser sostenible por naturaleza», sostiene Benito Sánchez Montañez (44 años). Vicepresidente de la Asociación Española de Bioconstrucción, afincado en Sevilla y con familia y casa en Málaga, este arquitecto forma parte de ese grupo hasta ahora minoritario de profesionales con otra visión. «No se trata de hacer algo distinto, sino de hacer las cosas bien». Sánchez Montañez sufrió esa marginalidad expresada por José Ramón Moreno. Su tesis doctoral versó sobre 'Arquitectura para un turismo sostenible'. «No he conseguido que ningún hotel se interese por este método», confiesa. Un método que «revisaría el concepto de cualquier hotel desde el punto de vista energético». Su propuesta no va dirigida sólo a la capacidad o a la belleza del diseño hotelero, sino a tener en cuenta huecos, distribución, orientación, cubiertas y materiales, entre otros aspectos, para que la instalación tenga la menor demanda energética posible.

Sus investigaciones concluyen que cualquier edificio nuevo con esta fórmula puede llegar a ahorrar el 80% de la energía que hoy demanda, mientras que en uno antiguo el ahorro puede alcanzar el 60%. El protocolo de Kioto, el efecto invernadero y el cambio climático, jornadas sobre el ahorro energético en la construcción organizadas por la Consejería de Innovación, nuevas leyes al respecto... Todo parece fluir a favor de esta corriente. «Todavía hay que convencer a los promotores», sugiere Sánchez Montañez.

No sólo sostenible. Las temáticas sobre las que las nuevas generaciones de arquitectos están volcadas con nuevas maneras tocan el patrimonio histórico -donde la filosofía es «más calidad y menos cantidad» con intervenciones respetuosas-; los espacios públicos a pequeña escala o el paisaje son de gran interés para ellos, indica José Ramón Moreno.

El director de la Escuela de Arquitectura de Málaga explica algunas claves de esta generación. Empezó a gestarse en los noventa en Madrid y Barcelona. La revista 'El croquis', y en Andalucía 'Neutra', sirvieron de soporte para darles a conocer. Su impronta se aleja de las anteriores porque se centra en la investigación, en estudios o empresas alternativas, buscan formas innovadoras, desde la geometría fractal a la ameba, e incluyen al futuro usuario como actor del proyecto. «Están convencidos de que los habitantes tienen que participar, esto es un cambio fundamental», dice Moreno. «Ellos hablan de editar, no de construir», añade.

Técnicos versus bohemios

El profesor José María Cabezas habla de lo que divide a los jóvenes innovadores de los arquitectos veteranos. «La gente nueva desarrolla una actitud más técnica, más centrada en los problemas arquitectónicos, en la sostenibilidad», mientras que la generación más antigua estaba más pendiente «de la bohemia y la artisticidad, siempre han ido de artistas». El ordenador, Internet y las nuevas tecnologías en general contribuyen a ese perfil, según el arquitecto sevillano. «Hoy no hace falta viajar a una ciudad lejana para conocer su trama urbana, basta con pinchar en Google», recuerda.

«La cultura de lo digital define a esta generación», señala Francisco Crespo García (30 años), coordinador cultural de la Fundación Arquitectura Contemporánea, nacida en 2002 y con sede en Córdoba. Las nuevas tecnologías se unen en ocasiones a la reiterpretación de técnicas tradicionales, agrega: «Vuelta a los muros gruesos o patios interiores que ventilen».

Esa filosofía de fusionar la naturaleza, la tradición con las nuevas tecnologías es la que caracteriza el trabajo de dos jóvenes arquitectos con estudio en el PTA: Kusha Ghoreishi, un iraní afincado en España desde los tres años, y Guillermo Casado (33 años) fundadores de Q-Ark Arquitectos. Sus inquietudes e interés por la sostenibilidad le llevaron a investigar hasta dar con un método propio: la biodomótica, que une la arquitectura bioclimática con la domótica «en busca de la eficiencia energética», señala Kusha Ghoreishi. Sus trabajos requieren de un proceso intenso de investigación donde conjugan tradición y naturaleza (materiales autóctonos, láminas de agua, patios, aljibes), un diseño adaptado al clima (vidrios orientados al sur, pérgolas exteriores o láminas en las ventanas) y un cerebro domótico o 'software' programado con un sensor para abrir o cerrar el flujo de aire, la luz solar...., en definitiva, «para regular la temperatura y la luz interior y ahorrar energía», explican ambos. Con este sistema, Q-Ark. ganador del spin-off de la Universidad de Málaga en 2006, diseñaron la terminación del edificio Habitec del PTA (empezado por otro arquitecto), proyectan una urbanización en la Costa del Sol y casas particulares. «Las viviendas sociales deberían hacerse todas así», sugieren.

Concursos de ideas

Para la mayoría de jóvenes inquietos como los de Q-Ark la única posibilidad de mostrar su valía es a través de los concursos de ideas o premios. (La Junta lleva seis años organizando un concurso destinado a jóvenes arquitectos). Para algunos es un consuelo, pero no alivia del todo. «Muchos se frustran al no ver materializado el proyecto», dice Francisco Crespo García. Aún así, esta arquitectura de papel, como la llama José Ramón Moreno, sigue siendo la mejor manera de darse a conocer.

Exponente de este ejemplo es la malagueña Patricia Medina (34 años). En ella confluye además otra característica de los jóvenes arquitectos: Hablan idiomas, pueden ampliar estudios en el extranjero (ella lo hizo con Claus en Kaan en Rotterdam y con Herzog & de Meuron, autores de la Tate Modern en Londres o el Estadio Olímpico de Pekín, en Suiza); y sus trabajos traspasan fronteras. Medina funda en 2004 junto a Kurt Van Belle, su marido, un estudio después de ganar el prestigioso premio internacional de arquitectura Europan. La oficina de arquitectura cuenta con una sede en Málaga y otra en Amberes (Bélgica). «El hecho de trabajar en distintos países nos da la posibilidad de combinar aspectos locales y globales en cada uno de los proyectos, esa dualidad es enriquecedora», explica Medina, ganadora de varios concursos internacionales, para quien la arquitectura de este siglo debe, sobre todo, «adaptarse a sus usuarios, reflejar los avances de nuestro tiempo y crear ciudad».

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