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Con apenas 20 años, ya triunfaba en los ruedos. / SUR
José Tomás: del césped al ruedo
TOROS

José Tomás: del césped al ruedo

Quería ser futbolista, pero ha acabado como mito del toreo. Arguval ahonda en el perfil del diestro en un nuevo libro

MARINA MARTÍNEZ

Domingo, 17 de mayo 2009, 12:56

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Lo que de verdad le atraía de pequeño era el balón. José Tomás quería ser futbolista. Sin embargo, Celestino Román, su abuelo paterno, le fue inculcando poco a poco el gusanillo de los toros. Lo llevaba de la mano a Las Ventas. No en vano, además de ser un gran aficionado a la Fiesta, en su taxi había trasladado a cuadrillas y toreros. La consecuencia era lógica: el ruedo ganaría la batalla al campo de fútbol. Lo curioso es que, además, lo llevaba en la sangre, ya que es sobrino nieto de Victorino Martín.

El ganadero fue el primero en ponerle a prueba. En su finca extremeña de Las Tiesas, lo puso ante las vaquillas y los becerros y se defendió bien. Ahí ya empezaba a demostrar su valor y serenidad, a pesar de sus escasos diez años. Hoy, a los 33, el diestro de Galapagar es toda una figura que abarrota las plazas allá donde va. La periodista y escritora María Mérida recorre ese paso de niño a leyenda en 'José Tomás es su nombre', libro que la editorial malagueña Arguval presenta el martes en Madrid.

No es una biografía, sino una «semblanza biográfica». «Es aún muy joven», justifica Mérida, que, «más que una serie de comentarios taurinos», ha querido «reflejar la personalidad, tanto en el lado profesional como en el humano», del diestro, que debutó con doce años.

Porque entiende la autora que José Tomás habla en el mismo idioma dentro y fuera de la plaza. «El lenguaje de su toreo es el del silencio, lo mismo que en su vida; es muy parco en palabras», constata sobre este joven madrileño reservado que «huye de la gente y de los medios». Y eso que de niño «era de los más traviesos, muy inquieto y parlanchín», cuenta la periodista, basándose en sus conversaciones con el padre del diestro, José Tomás Román Capelo. Ex alcalde de Galapagar y fiel seguidor del Atlético de Madrid, destaca la disciplina de su hijo y niega que sea «tan serio y tan hermético como dicen».

Simpático y responsable

«Es simpático y le gusta reír, pero naturalmente cuando tiene que torear está muy serio porque eso para él es lo más serio que existe», asegura Román Capelo, que confiesa que no se permite «darle ningún consejo ni hacerle ninguna observación».

Con el padre de José Tomás ha compartido Mérida algunas horas de charla. Con el propio torero es «imposible», advierte. Sí tuvo ocasión, hace algunos años, de visitarlo y lo recoge en el libro. «Ha sido mi única conversación con él hasta ahora, pero como diría Rafael de León, 'con eso tengo bastante...', porque todo lo que me dijo y la forma en que contestó me pareció el compendio breve pero más elocuente de su estilo, manera de ser y de estar, para entender cómo piensa y siente el hombre y el torero».

«Lo que hago es porque quiero ser figura del toreo», admitía en aquel momento, asegurando que no teme a nada. «Incluso disfruto si en algún momento paso miedo, para demostrarme a mí mismo que soy capaz de superarlo», confesaba. Son sólo algunas de las frases de aquella entrevista que María Mérida realizó al torero y que ahora revisa en 'José Tomás es su nombre'. «He reflejado todo lo que he oído y visto de él», admite Mérida.

Abierta admiradora, tiene claro que el interés que concita se debe a que se ha convertido en un referente que enamora porque el suyo es un toreo «de verdad», «hondo» y «de entrega total». «Hoy por hoy, aunque hay toreros extraordinarios y de gran personalidad, la síntesis del toreo puro la tiene José Tomás», sentencia Mérida.

Sabe de lo que habla. Ha pasado casi dos años analizando la figura del mayor de los cuatro hermanos Román Martín. Desde su infancia a la actualidad. Incluida la pausa que se tomó entre 2000 y 2006. «Se especuló mucho con aquella decisión, pero en realidad se retiró cansado, decepcionado, no quería ceder a las presiones», sostiene la escritora, en referencia tanto al público y los medios como a los comportamientos de algunos empresarios, «en cuyo juego él no entró ni entrará nunca», según su padre.

En aquel momento, como recuerda la autora, José Tomás se refugió en Estepona, localidad que alternó con escapadas a México y a la sierra madrileña. Nada nuevo, teniendo en cuenta que, cuando aún no había cumplido los veinte, el diestro ya vivía solo. Ya entonces había convertido los toros en «su apasionada razón de vida», comenta Mérida en este ensayo, donde incluye una cronología de sus actuaciones y hasta una radiografía de las cornadas del matador. No faltan las opiniones de reconocidos expertos y compañeros, como Pepe Luis Vázquez, Paco Camino o Fernando del Arco, ni las imágenes de los momentos más destacados de su trayectoria, como su primera salida a hombros o la confirmación de su alternativa, en mayo de 1996, con Ortega Cano y Jesulín de Ubrique.

Por supuesto, un capítulo se lo lleva su actuación en el homenaje a Manolete en Linares, en agosto de 2007, apenas dos meses después de su reaparición. En palabras de Mérida, una tarde que difícilmente «olviden los buenos aficionados».

Heroica faena en Linares

Su heroica faena tras ser cogido dos veces estremeció a una plaza temerosa de que se repitiera la tragedia de Manolete. Muchos han encontrado coincidencias entre ambos diestros -a ello dedica un apartado Mérida en su libro-. De hecho, el propio José Tomás considera un ídolo al diestro cordobés fallecido en aquel mismo coso de Linares en el que el de Galapagar volvió a sembrar la polémica.

Ante quienes critican su deseo de dejarse la vida en el ruedo, María Mérida no tiene dudas: «José Tomás no quiere morir en la plaza, ni mucho menos; él ama la vida, le encanta el fútbol, la música, la poesía, pasear, el mar... Lo que ocurre es que el terreno que pisa es donde el toro hiere; él cree que así es como se debe torear». Mientras, en su casa, sigue sin hablarse de toros.

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