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JUAN CANO
Lunes, 11 de mayo 2009, 20:05
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Hay quien no entiende que algunas instituciones tengan horario de oficina y sólo estén abiertas de ocho a tres. Al menos, eso parece que le ocurrió a un hombre de origen marroquí, que supuestamente la emprendió a pedradas con un cuartelillo de la Guardia Civil porque se lo encontró cerrado. Fue detenido acusado de un presunto delito de daños por romper varios cristales.
Sucedió a las 19.50 horas del pasado domingo. Según confirmaron a SUR fuentes cercanas al caso, el arrestado se presentó en el cuartel de la Benemérita de la localidad de Almogía y llamó a la puerta. Nadie contestó. El puesto estaba cerrado, ya que el horario de atención al ciudadano es de ocho de la mañana a tres de la tarde. A partir de esa hora -como ocurre en la mayoría de los municipios pequeños, donde la incidencia delictiva es muy baja-, las llamadas se desvían al cuartel de Coín, desde donde se gestiona cualquier emergencia que surja.
El caso es que al hombre no debió de sentarle demasiado bien que el puesto de su pueblo estuviera cerrado y, presuntamente, la emprendió a pedradas contra el edificio. Rompió ocho hojas de las ventanas del cuartelillo -cuya reparación costarán unos 700 euros, según las fuentes- y el tubo de desagüe del aire acondicionado.
Lo más extraño es que cuando concluyó el ataque ni siquiera se marchó de allí. Un guardia civil de Almogía, que llegó de casualidad, lo encontró sentado en la puerta del cuartel. Cuando comprobó los desperfectos que presentaba el edificio, le preguntó al hombre qué había pasado y, al parecer, éste reconoció que los había ocasionado él.
Sin aclaración
El agente no consiguió aclarar por qué lo había hecho, ya que el marroquí empezó a divagar. Lo único que argumentó fue que atacó el cuartel porque se lo encontró cerrado. Algunas fuentes apuntaron que el hombre fue a presentar una denuncia y, ante la imposibilidad de hacerlo, montó en cólera.
Sea como fuere, el hombre fue detenido por el guardia civil que lo sorprendió como presunto autor de daños en dependencias oficiales, al considerar que los desperfectos ocasionados en el cuartelillo superarían con creces los 400 euros, que marcan la frontera entre el delito y la falta.
El arrestado, que tiene 40 años, reside desde hace un tiempo en la localidad de Almogía. Aunque trabaja en la construcción, los vecinos lo conocen por su afición a la mecánica. De hecho, anteriormente regentó un taller en Villanueva de la Concepción.
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