Raquel Heredia rompe esquemas en La Corta

Tiene las ideas muy claras sobre lo que quiere en el futuro. Respeta a sus amigas del barrio, que con su edad ya están casadas y con algún crío a su cargo. Pero eso no es lo que quiere para ella. Raquel sueña con ser independiente, trabajar en algo de provecho y vivir en una casa propia, grande y con piscina, como las urbanizaciones que han construido a la entrada de La Corta.

Graduarse no ha sido fácil. Cada día se levantaba a las 06.30 horas para coger varios autobuses que le llevaran al colegio de la Ciudad de los Niños, junto a Los Asperones. Pocos vecinos comprendían para qué servía tanto esfuerzo, pero ahora la mayoría están orgullosos de ella. Sus maestros le animaban a no dejar los libros y, aunque reconoce que no es la mejor estudiante, tenía constancia y cada tarde al volver a su casa se pasaba dos horas estudiando y haciendo deberes.

Aunque la mejor recomendación venía de la mano de su madre, Pilar Fernández. «Mi madre quería que aprendiese a leer y a escribir bien porque ella no fue a la escuela y quería que me preparase para enfrentarme a la vida», indica. Ahora, Pilar está empezando a leer gracias a los talleres de educación familiar que el Área de Bienestar Social del Ayuntamiento realiza en la zona a través de los servicios sociales de Bailén-Miraflores, y es Raquel quien ayuda a su madre con las tareas que se lleva a casa. Pilar decidió que Raquel fuese a clase lejos de La Corta para evitar distracciones a la niña.

Experta en informática

Sus asignaturas favoritas en el colegio eran Lengua, Deporte -le encanta jugar al fútbol- e Informática, aunque confiesa que nunca ha tenido un ordenador en casa. Le fascinaba toda la información que podía obtener a través de Internet. Raquel sigue formándose en un taller de jardinería donde ha empezado a cobrar un pequeño sueldo. «Es una forma de ayudar a mi madre con la casa», explica. No descarta seguir formándose. «Si fuese a la universidad, querría estudiar Medicina o Enfermería», dice.

Las costumbres establecidas para las gitanas en su barriada no valen para ella. «Ya tendré tiempo de tener familia, pero las niñas no tendrían que casarse y tener un bebé a los trece años», dice. Por ahora, ella marca los tiempos de su propia vida.