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Un afgano observa los destrozos causados en Bala Baluk./ AFP
Un bastión impenetrable
MUNDO

Un bastión impenetrable

la que los aliados sólo se atreven a atacar por aire

MIKEL AYESTARAN

Jueves, 7 de mayo 2009, 11:56

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Bala Baluk es un bastión de la insurgencia en el oeste afgano, el típico ejemplo de la doble administración que impera en un país en el que los gobernadores que nombra Kabul no tienen poder alguno frente a los dirigentes talibanes. Situado dentro de la provincia de Farah -cuyo equipo de reconstrucción lidera Estados Unidos- y en plena frontera con Irán, forma parte de esa especie de agujeros negros que pueblan el mapa de Afganistán y en los que las fuerzas internacionales no se atreven a poner los pies por temor a sufrir un gran número de bajas.

Donde no llegan las botas de soldados lo hace la aviación para intentar paliar desde el aire la absoluta falta de efectivos sobre el terreno. Con apenas 59.000 hombres, reforzados por otros 80.000 soldados nacionales mal equipados y peor pagados, resulta utópico hablar de dotar de seguridad a un territorio como Afganistán. El envío de otros 21.000 militares estadounidenses y 5.000 europeos apenas ayudará a dar más presencia a una misión internacional que cada día vive más encerrada en las bases. Más allá de los sacos terreros el control es talibán.

La historia se repite. En agosto las bombas lanzadas por EE UU acabaron con las vidas de al menos noventa personas, la mayor parte niños, en Azizabad, aldea situada en la vecina provincia de Herat, también al oeste del país. En un primer momento se informó de la muerte de dos importante comandantes talibanes, pero la publicación de las fotos de los funerales desveló la magnitud de la tragedia. Aquello supuso un punto de inflexión en la misión internacional, que, de la mano del general David McKiernan, comandante de la Isaf, decidió adoptar medidas más severas para evitar bombardeos en zonas civiles.

Bajas españolas

Tres meses después de este ataque morían en Shindand, en un atentado suicida, el brigada Juan Andrés Suárez García y el cabo Rubén Alonso Ríos, pertenecientes a la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable (Brilat). Tanto Azizabad como Bala Baluk se encuentran cerca de la zona de acción de las fuerzas españolas y, aunque hayan sido pilotos americanos los autores de la última matanza, la responsabilidad es compartida por todos los ejércitos extranjeros ante los ojos de los afganos.

«Reconocemos los errores y no hay dinero suficiente para consolar a las familias, pero también es cierto que el 80% de los civiles mueren a manos de la insurgencia y el 20% a causa de nuestras acciones», confesaba hace pocos días el portavoz oficial del contingente norteamericano, el capitán Durkin, en el cuartel general de Kabul. Estas palabras no consuelan a los afganos, muy críticos con el Pentágono.

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