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P. SOTO
Domingo, 4 de enero 2009, 02:24
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La alegría que los políticos y gran parte de la población de Eslovaquia manifiestan estos días por haber adoptado el euro, el pasado 1 de enero, no ha contagiado a otros países cercanos, que miran al futuro con preocupación. Un dato: en 2008, la corona eslovaca fue la única moneda de toda la zona que no se depreció frente al euro. Por el contrario, el zloty polaco perdió el 30% de su valor, el forint húngaro el 15% y la corona checa el 12%. La depreciación de monedas locales frente a la divisa europea, que es buena para las inversiones extranjeras, es negativa para las exportaciones hacia la eurozona, que hasta la fecha han sido un factor de crecimiento clave en la Europa ex socialista. Ahí radica la aspiración de países como Polonia y Chequia a ingresar en la zona euro lo más rápidamente posible. Pero los expertos consideran que la patria de Chopin no podrá conseguirlo hasta por lo menos el año 2011, una fecha que también baraja el primer ministro liberal, Donald Tusk.
El caso polaco es especialmente complejo porque la adopción del euro se ha convertido en un caballo de batalla política entre el presidente Lech Kaczynski, que representa a la derecha conservadora, populista y euroescéptica, y Tusk. El primero, aunque reconoce la importancia de que Varsovia adopte el euro, desearía que esta cuestión fuera sometida a referéndum.
«Asustados»
La economía polaca seguirá creciendo en 2009, pero a un ritmo muy inferior al de los últimos años, casi seguro por debajo del 3%, y los empresarios están «asustados» por el panorama internacional, según el economista Stanislaw Gomulka. Diversos estudios apuntan que el paro podría crecer de manera considerable y también se espera menos inversión privada, mientras la construcción ha frenado su ritmo de crecimiento.
En Chequia, el mundo empresarial presiona a los políticos para que el país ingrese en la zona euro, pero este reto no será posible hasta 2012, según el primer ministro Mirek Topolanek, que en su política europea se enfrenta a continuas provocaciones y zancadillas del jefe del Estado, el eurófobo Vaclav Klaus.
Por su parte, Hungría, que fue rescatada en noviembre pasado por el FMI y Bruselas cuando se encontraba al borde de la quiebra financiera, intentará en 2009 cuadrar las cuentas públicas y no entrar en recesión, algo que ya les ha ocurrido a las tres repúblicas bálticas.
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