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Mari Pepa, Alonso y su hijo biológico, junto a los niños que acogen actualmente. / J. J. BUIZA
«Ya hemos acogido a once niños y seguimos disponibles»
MÁLAGA

«Ya hemos acogido a once niños y seguimos disponibles»

Si criar a un hijo propio es duro, más difícil aún es educar a un pequeño de un hogar desestructurado; pero quien se atreve, suele repetir. La familia Ariza Alcántara lo ha hecho ya más de una decena de veces

J.J. BUIZA

Jueves, 4 de diciembre 2008, 04:35

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La familia de Mari Pepa Alcántara y Alonso Ariza parece haber nacido para repartir cariño. Con dos hijos y una sobrina viviendo con ellos, hace ya más una década que pensaron que en su casa de Alhaurín de la Torre todavía quedaba espacio para más gente. Así fue como se apuntaron a un programa de acogida que ha servido para que en estos años hayan visto pasar por su hogar hasta a 11 niños de todas las edades. Y los que están por venir. «Estamos siempre disponibles», cuenta Mari Pepa.

Actualmente, bajo su techo viven tres menores: dos bebés de seis y dos meses y un joven de 14 años que es el que más tiempo ha pasado en la casa. «Lleva ya cinco años con nosotros; le costó un tiempo adaptarse pero ya es uno más», dice esta mujer, que hace un par de años creó junto con otras familias Acógeles, una asociación con el objetivo de impulsar la acogida como sistema para ofrecer apoyo y cariño a los niños que tuvieron que ser separados de sus padres biológicos y su tutela pasó a depender del servicio de menores de la Junta de Andalucía.

Satisfacción

Con un corazón que casi no les cabe en el pecho, este matrimonio afronta cada día la tarea de cuidar de sus hijos y de sus niños de acogida, un trabajo duro pero que les reporta una satisfacción casi indescriptible. «Es una alegría muy grande llegar a casa y ver tanta gente», afirma Alonso, electricista de profesión al que se le cae la baba mientras cuida de los dos bebés que tienen en su hogar: el niño de apenas dos meses y la niña de seis. Esta última luce ahora una sonrisa casi perenne, nada que ver con el estado de ánimo con el que llegó en su día. De madre drogadicta, la pequeña había nacido con un síndrome de abstinencia que le hacía llorar constantemente. El amor de su familia acogida y un ambiente hogareño han sido la mejor receta para salir del túnel.

Mari Pepa Alcántara confiesa que la tarea de cuidar de tanta gente es complicada, aunque ahora tiene la suerte de que sus propios hijos y su sobrina son ya mayores y les echan una mano. Uno de ellos, Álvaro, todavía guarda un recuerdo especial del primer niño que acogió su familia. Por eso, decidió contar la historia a través de una canción que compuso un amigo y en la que contaba así el momento de la partida: «Mi casa se quedó vacía; sólo recuerdos y fotografías; pero el destino supo elegir; al tiempo volviste a venir».

En efecto, aquel pequeño desamparado es ya un hombre hecho y derecho, con una familia formada y que de vez en cuando todavía visita a los Ariza para devolverles todo el cariño que ellos le dieron. Hoy, el acogimiento se ha convertido casi en una adicción para este núcleo familiar, que es incapaz de decir que no a cada llamada que les llega del servicio de menores. Por eso, están dados de alta en dos programas: una de acogida de emergencia (para niños de 0 a 6 años) y otro de acogida permanente. «Ya no tenemos el de acogida simple, pero llegamos a tener los tres a la vez», explica Mari Pepa.

Mari Pepa y Alonso han plasmado sus vivencias en un libro de la asociación Infania en el que, junto a otras familias, animan a los malagueños a que se solidaricen para dar a niños con familias desestructuradas una infancia más feliz. Una pequeña ayuda que cambiará sus vidas.

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