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AMANDA SALAZAR
Miércoles, 22 de octubre 2008, 03:50
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La crisis aprieta a muchas familias y cada vez son más las que se acercan a las asociaciones, parroquias y comedores sociales para pedir lo más básico: la comida. Las ONG están saturadas y no tienen suficientes alimentos para repartir entre todos los demandantes. Natalia Alonso, de la asociación Themis, indica que se encuentran desbordados ante la avalancha de peticiones. El banco de alimentos Bancosol es la entidad encargada en Málaga de surtir de comida a estas asociaciones, que se dedican a distribuirlas entre las familias con más dificultades. José Luis Bernabé, vicepresidente de la entidad, indica que las ONG con las que colaboran han aumentado exponencialmente su demanda de alimentos en los últimos meses, pero que los recursos de los que disponen son prácticamente los mismos. «La previsión es que este año repartamos hasta diciembre tres millones de kilos de alimentos, unos 200.000 kilos más que en 2007, pero la necesidad ahora es mucho mayor que entonces y no hay para todos», añade. Excedentes Por eso, desde Bancosol piden más colaboración a empresas de alimentación y cadenas de supermercados para que les donen los alimentos que están a punto de caducar y que de otra forma irían a parar directamente a la basura. La coyuntura económica aprieta y las asociaciones se quejan de ver kilos de verduras, pescado y carnes en los cubos de desperdicios de los supermercados vecinos mientras que a sus puertas hacen cola muchas familias desesperadas. Bancosol ha expresado su deseo de negociar con marcas que hasta ahora se han negado a donar sus excedentes de comida. «Pedimos que en estos tiempos difíciles colaboren, se esfuercen y sean más solidarios, porque esta situación va a aumentar en los próximos meses», afirmó Bernabé haciendo referencia a las cifras del paro. Bancosol ofrece al año avituallamiento a unas 30.000 personas, pero Bernabé espera que estas cifras se incrementen con el aumento de demanda de los últimos meses. Quienes lo viven de cerca narran su descorazonador día a día. «Nos rompe el alma no poderles ayudar a todos, pero es que no tenemos recursos», señala Natalia Alonso. Desde hace un par de meses, a las familias habituales que acudían a esta asociación se han unido decenas de nuevos casos, en ocasiones, desesperados. «Hay muchos inmigrantes que se han quedado sin trabajo y no tienen a quién acudir, pero también muchas familias malagueñas ahogadas por la hipoteca y con hijos a su cargo que nunca habrían imaginado estar en esta situación», indica.
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