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ÁMBITOS. Alberto Castellón compagina su pasión por las matemáticas, la música y la literatura. / CARLOS MORET
Alberto Castellón, matemático, músico y escritor: «He llegado a actuar encima de un camión de verduras»
LA GRANIZADA

Alberto Castellón, matemático, músico y escritor: «He llegado a actuar encima de un camión de verduras»

52 años/ Se define como un hombre todo terreno/ Es miembro del grupo Takirari/ Estudió Matemáticas por accidente / Planea ir andando hasta Almería/ Dice que cree en la suerte y no en el destino

UNA ENTREVISTA DE

Martes, 29 de julio 2008, 11:35

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Perdone que le diga pero me resulta extraño verlo con botas en pleno mes de julio y con este calor

Las estoy domando, para ver por dónde me van a salir ampollas, porque el jueves me voy hasta Almería a pie y quiero probar el instrumento de trabajo.

¿Y ese viaje?

Pues se trata de un nuevo proyecto. A mí me encanta la literatura de viaje y siempre he tenido en mente abordar el género como escritor y éste es un viaje que siempre he querido hacer desde pequeño. Son unas carreteras que me parecen fascinantes y son las que eligen los publicistas para los anuncios de coches, las carreteras que van dibujando la 'M' de la muerte entre el monte y el mar y además que ahí han sucedido varios episodios históricos que la dotan de un carácter literario muy bonito.

¿Estamos ante su próxima aventura literaria?

Sí, la más inminente. Llevo tres o cuatro cosas para adelante, pero esta es la que tengo más presente y a la que me voy a dedicar ahora con más intensidad.

Profesor de guitarra, profesor de matemáticas, escritor, ¿le da tiempo para todo?

Bueno, para todo a la vez no. Tiene que ir uno alternando.

¿Y cómo se organiza para llevarlo todo para adelante?

Cuando estoy en un proyecto le dedico todo el tiempo libre que puedo y lo demás lo dejo un poco aparcado. Hay tiempo para hacer todas las cosas, sólo hay que organizarse y si uno se lo propone lo hace.

Un hombre todo terreno

Sí, puede ser que sí. Aunque hay terrenos que no pisaré nunca, pero me gusta probar cosas diferentes.

Un culillo de mal asiento como se suele decir

Eso me dice la gente. El profesor que me dirigió la tesina cuando veía que yo me dedicaba a tantas cosas me decía: «Alberto a ti lo que te pasa es que te aburres haciendo siempre lo mismo». Yo creo que ese fue un diagnóstico bastante acertado, si hago siempre lo mismo me aburriría.

¿Es verdad que se hizo matemático por casualidad?

Yo lo que quería era hacer astronomía. Era el primer año que iba a haber Universidad en Málaga y no se sabían bien las carreras que se iban a impartir. Yo me matriculé en Física con la intención de hacer Astrofísica, pero a todos los que nos matriculamos en Física nos metieron en Matemáticas. La verdad es que no me arrepiento.

Es matemático por cuestiones del destino

Se puede decir que por puro accidente.

¿Cree en él?

Yo creo en la suerte.

¿Y qué impone más una firma de libros o un aula llena de alumnos?

A mí un aula llena de alumnos me encanta, es una cosa con la que yo disfruto. Es en las firmas donde a mí me asusta el hecho de verme solo esperando que aparezca la gente, como los vendedores de peladores de patatas en la calle Nueva. Pero la verdad sea dicha, yo me he asombrado de la cantidad libros que he firmado y eso anima mucho. Aunque siempre se teme a que no aparezca nadie.

El gusanillo del artista

Hay muchas frases hechas que son tópicos pero que son verdad. Eso del aplauso en la vida del artista por supuesto que no es un tópico, es objetivamente cierto. Yo escribo para que me lea la gente, hay gente que dice que escribe como terapia para no ir al psiquiatra pero yo escribo para que la gente me lea y cada frase que escribo en el teclado es pensando en el efecto que va a tener en el lector.

¿Y se puede vivir exclusivamente de la literatura?

Por supuesto que no, sólo hay muy poquita gente que vive sólo de la literatura. He leído muchísimos comentarios sobre ese asunto y yo lo comparto: «Que un escritor que viva de otra cosa y que escriba por placer». Considero afortunados a los que pueden vivir de la literatura, pero esos son rayas en el agua.

Le he escuchado decir que a los veinte años pensaba que se comería el mundo. Echando la vista atrás, ¿se ha comido el mundo o el mundo se lo ha comido a usted?

El mundo me ha comido a mí, eso es triste decirlo pero termina uno por aceptarlo. A los 40, cuando uno se da cuenta por primera vez, le da un coraje tremendo pero después acaba uno por hacerse la idea de que el mundo tiene poco remedio.

En su obra toca el erotismo. Confiese ¿alguna revista debajo del colchón cuando era joven?

Bueno, sí (risas). Como todo el mundo.

¿Qué papel juega la música en su vida?

Estudié guitarra y la sigo practicando como miembro del grupo Takirari, un grupo de música andina.

¿Por qué no música de aquí?

También fui miembro y dirigí el coro rociero de la peña El Portón durante muchos años. La música andina me ha gustado desde joven, escuchamos un amigo y yo en la radio una melodía tocada a quena -flauta aborigen- con 16 años en la radio y nos fascinó.

¿Y qué hace usted en Takirari?

Todos tocamos todos, pero yo fundamentalmente me dedico a la flauta, pero también toco la guitarra o el bombo cuando haga falta. Yo soy el que hace los arreglos del grupo y si hay algún trozo de guitarra que tenga dificultad, como tengo la guitarra, lo hago yo.

¿Muchos bolos?

Pocos, porque la música esa ha pasado de moda. Ha habido épocas en que teníamos una función diaria cada verano cuando la música andina tenía muchos seguidores pero ahora ha pasado de moda y actuamos sólo cuatro o cinco veces al año, pero lo justo para matar el gusanillo.

Se van quitando la espinita

Sí, sí. Además ya no es como antes que aceptábamos todo tipo de actuaciones. Nosotros hemos llegado a actuar encima de un camión de verduras en la plaza de Arenas, aceptábamos todo tipo de actuaciones y ahora ya somos más selectivos, sólo cogemos aquellas en las que sabemos que vamos a disfrutar.

Como Julio Iglesias

Eso es (risas).

Lleva ya varios cigariillos, si Mercedes Milá estuviera haciendo esta entrevista ya le habría regañado.

Sí, pero yo haría una encuesta popular para enviar a Mercedes Milá al planeta Marte, precisamente por eso, cada cual es libre. Si no hubiera aparecido esta campaña inquisitorial contra los fumadores lo mismo habría dejado de fumar, pero esta campaña es la que me ha convertido en un fumador militante. Cada cual es libre de elegir la muerte que más le guste. Le diría que viva y deje vivir.

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