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EL FINAL DEL CAMINO. Empezó a estudiar las oposiciones a los tres meses de acabar la carrera.
Notario a los 25 y a la primera
MÁLAGA

Notario a los 25 y a la primera

Fernando Granado se pasó tres años preparándose las oposiciones mientras echaba una mano a su familia cuidando de las cabras en Valle de Abdalajís. Su esfuerzo ha dado sus frutos: se ha convertido en el fedatario más joven de España

TEXTO: IGNACIO LILLO

Miércoles, 21 de mayo 2008, 10:30

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Pocas veces una fotografía dice tanto de una persona. En ella, se puede ver a un joven estudiando rodeado de cabras en medio del monte. La escena no es tan bucólica como pudiera sonar: Fernando Granado, malagueño de Valle de Abdalajís de 26 años, estaba trabajando mientras se preparaba la oposición más dura que existe, la de notario.

Tres años después de comenzar a prepararse, Granado se ha convertido en uno de los dos fedatarios públicos más jóvenes de España (el otro es una joven de Jaén). Era la primera vez que lo intentaba y acaba de estrenar su plaza, en Moriles (Córdoba).

La familia vive en una granja, dedicada a la agricultura y a la ganadería. «Cuando era más joven, antes de ir a clase ayudaba a mi padre a ordeñar. Luego, echaba una mano con las labores del campo durante los veranos, ¿Era el único que no quería que llegaran las vacaciones!», recuerda, con una sonrisa.

Así se forjó el espíritu luchador que ha sido capaz de lograr la gesta: Doce horas de estudio diario, seis días a la semana, durante 36 largos meses. ¿Su secreto? «Soy como un profesional del estudio, era mi trabajo, en horario de 8.00 a 15.00 y de 16.30 a 22.00 horas. Me ponía retos: 'me tengo que estudiar tantos temas al día'».

De memoria

Pero su concepto de estudiar y el que la mayoría tiene distan un mundo: «Para aprobar te tienes que aprender de memoria literal, palabra por palabra, el Código Civil, el Código de Comercio, la Ley Hipotecaria...», y así, hasta una veintena de textos legales. De media, se aprendía -nunca mejor dicho- unos 100 folios a la semana, equivalente a cinco temas. En total, la oposición sumaba unos 370 apartados.

Conforme se acercaba el día 'D', llegó a repasar hasta 170 temas (3.500 folios) por semana. Su familia le ayudaba a menudo, tomándole la lección, a la antigua usanza: «Mi tío no era capaz de leer el Código Civil tan rápido como yo lo recitaba».

También le ayudó mucho el hecho de que su novia, María Dolores, también está opositando para ser registradora de la propiedad, y ya ha aprobado los dos primeros exámenes. «Los dos descansamos el mismo día, no hablamos nunca de las oposiciones. Dar un paseo por la playa, leer el periódico o dormir se convierten en experiencias maravillosas, porque aprendes a valorar el tiempo».

Para llegar hasta aquí, Granado tuvo que superar dos ejercicios orales en Valladolid, en los que debía recitar con puntos y comas diez temas. Y los diez debían estar superados. Todavía recuerda con temor la imagen de la campana que el tribunal, en caso de no acertar, haría sonar, lo que supondría su eliminación inmediata. En la tercera fase, bordó un ejercicio práctico de seis horas de duración. Finalmente, fue el 86 de 130 plazas, en un concurso al que optaban 1.200 opositores.

Buena nómina

La pregunta es obligada, dada la fama que tienen los notarios: Y el sueldo, ¿qué? «No ganamos tanto como se cree. Tienes que pagar los impuestos, los gastos de la oficina y el personal. Se vive bien, pero no eres millonario. Compensaremos lo poco que da la ganadería con lo que gane yo como notario», afirma, con humildad. No obstante, reconoce que desde que es notario la gente le trata de otra manera: «El director del banco me ha dado su tarjeta», bromea.

El joven sólo tiene palabras de agradecimiento para su preparador, el registrador de la propiedad Juan Fernando Villanueva, quien ha sido su mentor en esta aventura de forma totalmente desinteresada. «Todos los que pasamos por sus clases somos sus hijos profesionales. Compartimos los éxitos y los fracasos. Es nuestro guía en los estudios, pero también nuestro psicólogo». Si alguien quiere seguir sus pasos, este será su consejo: «No es cuestión de memoria, sino de constancia y de confianza en uno mismo».

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