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TEXTO: A. J. LÓPEZ
Viernes, 9 de mayo 2008, 03:55
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LA revolución había estallado y el reguero de odio y dolor se deslizaba por los caminos de ciudades y pueblos. Los bolcheviques se alzaban contra el poder del zar. También contra sus símbolos. Por eso entraron a sangre y fuego en aquella pequeña ermita olvidada en medio de la gran Rusia. Asesinaron a los popes, arrasaron cuanto vieron a su paso... pero una imagen quedó casi intacta. Le concedían un poder mágico, sobrenatural, y sólo un soldado se atrevió a rasgarla con el cuchillo de su bayoneta.
La cicatriz sigue abierta en el corazón de la tabla. Un Cristo Pantocrátor mira impasible, distante, sereno, ajeno al pasado turbulento que guarda debajo del pan de oro. Es la pieza con la historia más apasionante, «pero no la más valiosa, eso es imposible de calcular». El matiz viene de José Antonio Ibáñez de Garayo, presidente de la Fundación Faustino Orbegozo Eizaguirre.
La institución vasca es la propietaria de las 58 piezas que componen la exposición 'Iconos, donde no existe el tiempo', la muestra que ayer abría sus puertas en el Archivo Municipal. Para Ibáñez de Garayo, tampoco sirve el calendario para decidir el valor de cada pieza: «En esta muestra se presentan iconos realizados entre el siglo XVI y el XX, pero el que uno sea más antiguo no quiere decir que sea mejor que otro más moderno».
La colección de iconografía rusa en manos de la fundación ronda las 80 obras, si bien para este montaje se han seleccionado medio centenar. Todas proceden de instituciones o particulares de aquel país, por lo que las imágenes «se han expuesto al público en muy contadas ocasiones», en palabras de Ibáñez de Garayo.
La primera escala
El presidente de la Fundación Faustino Orbegozo Eizaguirre también adelantaba que Málaga es la primera escala de una itinerancia por varias ciudades que la muestra quiere emprender a medio plazo. Eso será, como pronto, a partir del 15 de junio, ya que hasta esa fecha se podrá visitar en las dependencias municipales ubicadas en la Alameda Principal.
Quien se acerque a la muestra encontrará una variada representación de iconografía religiosa. La virgen, los santos, algunas escenas bíblicas y, sobre todo, el mencionado Cristo Pantocrátor desfilan por 'Iconos, donde no existe el tiempo'. Así, el reloj puede detenerse, el visitante quizá se pierda en el brillo apagado del oro e imagine por un instante cómo rezaban en Rusia hace cuatro siglos.
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