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TEXTO: AMANDA SALAZAR
Sábado, 8 de marzo 2008, 02:53
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TRES monedas y tres deseos. Esta es la tradición que cada año desde hace un siglo se celebra todos los primeros viernes de marzo en la parroquia de Santiago Apóstol. Las largas colas que se registraron ayer en la calle Granada fueron la muestra de la devoción que los fieles profesan a Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli. Una devoción que, según dicen, este Cristo recompensa atendiendo todas las oraciones. Y es que el Cristo de Medinaceli tiene fama de ser uno de los más milagrosos.
Más de media hora tuvieron que esperar algunos para ver la imagen del Cristo. Pero nadie se quejó. La cola es una parte más de este Besapié y Besamanos. «A veces vemos a personas muy mayores en la cola y les decimos que pueden pasar por la otra puerta, pero nos dicen que de eso nada, que si no esperan en la cola, el Señor no va a escuchar sus ruegos», asegura Lolita Palencia, una de las feligresas de la parroquia que ayuda este día vendiendo para la Iglesia estampas del Cristo y recuerdos religiosos. «Medinaceli tiene mucha devoción en Málaga», asegura orgullosa.
Hasta la medianoche
Este día pasan cientos de malagueños por delante del Cristo entre las 09.00 horas y la medianoche. «Cuando cerramos las puertas, todavía hay mucha gente que llama para poder pedir sus deseos porque no han podido venir durante el día por el trabajo», cuenta Lolita. «Muchos milagros debe hacer este Cristo para que vengan tantas personas todos los años», sugiere.
Se trata de una costumbre que muchos de los asistentes heredaron de sus padres y abuelos y cuyo origen no se conoce. Pero todo el mundo sigue entregándole monedas al Cristo a cambio de su protección. Es el caso de Manoli Linares. Su abuela y su madre le inculcaron su fe por el Cristo de Medinaceli y ahora ella viene siempre que se lo permite su trabajo como cocinera. Prefiere no confesar qué deseos pide al Cristo, aunque adelanta que, como siempre, tienen que ver con la salud, el trabajo y el amor. Salud y suerte para sus hijos es lo que pidió Andrés Cantarero, de 74 años, quien también viene todos los años a renovar sus peticiones.
Lo más curioso de esta tradición en torno al Cristo de Medinaceli es que entre sus adeptos no hay límites de edad, género ni de nacionalidades. En la cola en calle Granada se vieron juntas muchas culturas. Un grupo de paraguayas aguardaba su turno y contaron que en su tierra este Cristo también tiene mucha historia. Más de un turista también hizo cola para ver qué se 'cocía' dentro de la parroquia de Santiago y, de paso, hacer algunas fotos de recuerdo del fervor de los españoles.
Junto a los creyentes, la calle se llenó durante toda la jornada del olor a incienso y romero en una cita que este año se ha convertido sin pretenderlo en el preludio de la inminente Semana Santa.
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