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CITA EN EL SUR

Oposiciones, POR AURORA LUQUE

AURORA LUQUE

Sábado, 12 de enero 2008, 03:26

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DESDE la carta de una lectora a este periódico nos grita la voz de la razón. Mª Luisa Luna se queja de injusticias hirientes en los mecanismos de acceso a la carrera docente. Su hija preparó oposiciones y consiguió calificaciones muy altas, casi un 10, en ellas, sin conseguir plaza. La turba de interinos, muchos sin más méritos que los años acumulados, se antepuso a sus brillantes calificaciones. Un profesor interino que saca un 3 en sus exámenes resulta mejor valorado que un opositor libre con sobresaliente: qué mediocre y chapucero es este país. Si queremos salir de los lodazales del fracaso escolar, si el modelo es Finlandia, recordaremos que allí se necesita una nota de 9 para acceder a la función docente y que el colectivo de los profesores es uno de los mejor remunerados y más respetados. Aquí está el secreto. Pero los sindicatos de interinos, llenos de autoconmiseración, enarbolan sus derechos: el de haber llegado antes y tener caliente el asiento. Los años de experiencia han de valorarse, claro, pero si un profesor saca un 3 en su materia -pongamos en inglés-, ¿qué cabe esperar que enseñe a nuestros hijos? De ahí luego el ínfimo nivel de lectura y las escandalosas faltas de ortografía de bastantes docentes. En la web del sindicato andaluz de interinos (SADI) encuentro una de esas faltas y más adelante leo la siguiente desfachatez: «Es posible, legal y justo un sistema de acceso a la función pública docente sin la necesidad de superar una oposición. Unas pruebas basadas en la memorística desaprovechan la experiencia de muchos profesionales que llevan años demostrando día a día su conocimiento de la 'realidad social'. Claro. Las oposiciones son muy incómodas. ¿Y para qué vamos a tener nada en la memoria? ¿Para qué llenar el cerebro de conocimientos, si está la wikipedia? ¿Para qué saber nada de nada, si conocemos la realidad social andaluza? El desprecio hacia una preparación intelectual honesta no puede ser más obvio. Es como fichar a un mediano futbolista porque llegó antes y cerrar el paso al mejor preparado porque llegó después. Ningún club lo haría. Un licenciado mediocre, por la pura inercia de apuntarse en una lista, conseguirá trabajo en escuelas o institutos y obtendrá después el regalo de una plaza vitalicia: no tendrá que tratar más con los libros. Desde aquí mi solidaridad con Mª Luisa Luna, con todos los estudiantes que se toman en serio su trabajo y con los defensores de una preparación digna y rigurosa de los enseñantes.

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