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EDIFICIO. Rosa Burgos se resiste a abandonar el Miramar. / D. NAVARRO
Rosa Burgos, secretaria Judicial: «Se puede escribir poesía después de haber levantado un cadáver»
LA GRANIZADA

Rosa Burgos, secretaria Judicial: «Se puede escribir poesía después de haber levantado un cadáver»

Granadina, amante de la poesía y del mundo / Un poema de Machado en su despacho le recuerda que detrás de la burocracia hay personas / Buceó en los archivos judiciales para escribir un libro sobre la muerte de García Caparrós

UNA ENTREVISTA DE

Miércoles, 15 de agosto 2007, 03:53

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¿SE puede escribir poesía después de haber estado en levantamiento de un cadáver?

(Risas) Sí... Además, ciertos levantamientos también te producen creatividad ¿no? (Risas). Bueno, vamos a ponernos serias. La muerte, en cierto modo, forma parte de la vida y examinar una muerte es también poder ver un poco la vida.

Siguiendo con la poesía, tiene un libro titulado 'Sigue las pisadas de mis tacones rojos' ¿poemas eróticos?

Sí, sí son eróticos.

No me diga que los escribió después de levantar un cadáver...

(Risas). No, no me acuerdo ya en qué circunstancias los escribí. Habla de las relaciones ocasionales, que son intensas pero...

¿Hay algo de erotismo en su trabajo?

(Risas) Desgraciadamente para mí, no.

¿Los secretarios judiciales son jueces frustrados?

En mi caso no. Puede que en otros sí. Tampoco es que tenga una vocación muy clara de secretario judicial. A mí me gusta la justicia y cuando yo empecé creía en ese sentido utópico de justicia, paz y libertad.

¿Cuénteme una anécdota?

Hay muchas. Pero la última fue al término de un juicio de faltas, cuando el juez le preguntó al denunciante: «¿Mantiene usted la denuncia?». El hombre no respondió y comenzó a tocarse en los bolsillos. El juez entonces le volvió a repetir: «Que si mantiene la denuncia». El hombre dijo: «Un momento señoría, un momento», y sacó de su bolsillo un papel doblado y por fin contestó «Sí, sí, señoría, la mantengo, la mantengo».

¿Cómo se llega a ser asesora del secretario de Estado y luego ministro de Justicia, José María Michavila?

Por azar. Yo quería irme a Latinoamérica y mandé una carta al Ministerio de Justicia y al Poder Judicial y el único que me respondió fue Michavila, que me dijo si quería irme a trabajar con él. Al principio creí que me estaban gastando una broma. Pero no, y me fui.

¿Pero ideológicamente ustedes son completamente opuestos?

Sí, y se lo comenté. Pero me dijo: «Bueno, eso ya se verá». Estuve haciendo mis informes con total libertad. Una vez me dijeron que yo era muy poco política. Pero no me importó, todo lo contrario. Me gustó que me lo dijeran porque detesto los políticos hipócritas y oportunistas.

Es experta en juicios rápidos ¿en qué otras cosas es rapidilla?

(Risas) Quizás en captar a determinadas personas.

¿También psicóloga?

Bueno, la edad y la experiencia te ayudan a captar a la gente rápido. Aunque a veces te llevas unos chascos horrorosos. El trabajo ayuda, en los juicios oyes muchas versiones y aunque el juez pone la sentencia tú ya anteriormente la has puesto.

El otro día le pregunté a una juez por qué las togas son negras y no lo sabía ¿Y usted, lo sabe?

¿Uy! Pues me ha pillado fatal. Es que hoy estoy un poco espesa. Con la mente, nunca mejor dicho, negra (Risas).

Unos tienen crucifijos, otros la foto de la mujer, de los hijos ¿usted qué tiene en su despacho?

No soy partidaria de poner esas cosas en los despachos. Yo tengo una poesía de Antonio Machado.

¿A ver, recítemela?

«De la mar al percepto, del percepto al concepto, del concepto a la idea, ¿Oh!, la linda tarea, de la idea a la mar y otra vez vuelta a empezar». Es una poesía preciosa que tengo desde que empecé a trabajar. Trata de la burocracia. En un juzgado hay que hacer muchas cosas reiterativamente, que se hacen pesadas, y ese poema me recuerda que detrás de la pesadez de los papeles hay gente que está esperando su respuesta. Detrás de la burocracia hay personas que tienen esperanza en que se resuelvan sus asuntos.

¿De no ser secretaria judicial a qué se hubiera dedicado?

A la literatura. Es más, ese es mi deseo, no quiero seguir siendo secretaria judicial. Y más ahora que nos van a trasladar a Ikea...

¿Cómo dice?

Sí, trabajar en la Ciudad de la Justicia lo comparo yo con trabajar en Ikea. Es un edificio mastodóntico, me parece horroroso.

¿Ha visto muchos 'patas negras' (en el argot judicial, cadáveres que desprenden un intenso olor)?

Sí, sí. Además patas negras hay en todos los ámbitos. En justicia, en política...en la vida.

Y después de entrar una vivienda para levantar acta del cadáver que allí se encuentra y resulta que es un 'pata negra' auténtico ¿se puede una comer un 'bocata' de jamón?

Nooo (Risas). ¿Qué va! Después de eso ni se puede comer ni...A mí lo que me entran son ganas de ducharme.

¿Se siente como en una película cuando tiene que acompañar a los geos en busca de terroristas?

Sí, la gente ignora la intervención del secretario en este tipo de entradas y registros y la desprotección que tenemos porque no estamos preparados para ello. A veces somos los que mantenemos la calma porque mantenemos cierta distancia con los hechos.

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención en un registro?

Un registro literario (risas). Sí, es que había en el suelo junto a una máquina de escribir alrededor de 400 folios. Era una novela que había escrito el supuesto delincuente. Yo me hubiera quedado allí leyéndola, pero, claro, no pude (risas).

Ha buceado en los archivos judiciales para escribir el libro 'La muerte de García Caparrós en la transición política' ¿guardan muchos secretos los archivos de los juzgados?

Por supuesto, muchísimos. Además son unos pozos literarios inconmensurables.

Admira a José Saramago como escritor y como hombre ¿Qué le contestaría si le pidiera matrimonio?

(Risas) Que sí, sí. Con un hombre así no me lo pensaría.

¿Unas vacaciones de ensueño?

Viajar. Viajar sin rumbo, viajar por cualquier sitio, con buena compañía y poca maleta. Deambular por el mundo.

Con libros?

Con los libros que me vaya encontrando por el camino. ¿S

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