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La tira de historias
REPORTAJE

La tira de historias

Pese a la invasión del manga, los clásicos del cómic resisten al paso del tiempo. Las editoriales rescatan sus aventuras e incluso publican nuevas ante la demanda nostálgica de los aficionados

TEXTO: MARINA MARTÍNEZ

Martes, 24 de julio 2007, 19:48

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Un caballero andante, un guerrero de la Reconquista, unos torpes agentes secretos, un héroe llegado del planeta Chitón, unos 'chapuzas' poco habilidosos, un desgarbado 'cowboy' solitario o un joven reportero con perro incluido. Aparentemente, no parece una compañía muy recomendable. Sin embargo, pocos padres dudarían a la hora de dejar a sus hijos a su cargo. Al fin y al cabo, también crecieron con ellos. Como tantas otras generaciones que se aficionaron a la lectura de la mano de esta singular galería de personajes que ahora vuelven a estar de moda, impulsadas sobre todo por el auge de las versiones cinematográficas y las series televisivas protagonizadas por algunos de ellos.

Pero, además, las editoriales han decidido apostar fuerte por las reediciones, desde los inefables Mortadelo y Filemón al eterno Capitán Trueno. Todos resucitan ante la demanda nostálgica de los aficionados y la falta de un relevo de similares características. Incluso algunos viven nuevas aventuras. Lo curioso es que, pese a la invasión del manga, muchas colecciones se siguen agotando.

«Son muchos los seguidores fieles de todos estos personajes y esto garantiza una venta segura», considera Manuel de Cos, editor de los trabajos de Francisco Ibáñez en Ediciones B. Como observa, el autor de Rompetechos o el botones Sacarino sobresale «con diferencia» entre los más solicitados. Aunque, aclara, más que Ibáñez, la estrella es Mortadelo. «Es un clásico comparable a Astérix o Tintín», considera De Cos. Después de más de veinte años de experiencia, el editor puede constatar la capacidad mediática de Ibáñez frente a autores no menos relevantes como Jan (Superlópez) o Escobar (Carpanta o Zipi y Zape).

Lejos de la España gris

Todos proceden de una época en la que, a falta de televisión y videoconsolas, el cómic era una de las principales vías de entretenimiento lejos de aquella España gris. Todo empezó en 1915 con 'Dominguín', considerado el primer tebeo español. Aunque la verdadera revolución llegaría dos años después con 'TBO', revista que daría nombre a este tipo de publicaciones y de cuya última recopilación se vendieron tres ediciones en apenas seis meses. De ella salieron personajes muy populares entre los abuelos de hoy, como el profesor Franz de Copenhague o la familia Ulises.

Tras su acogida, nacerían nuevos títulos, como 'Pulgarcito' o 'Lily'. Pero los años cuarenta serían los de las historietas de aventuras, con nombres legendarios como El Guerrero del Antifaz o El Capitán Trueno, que hoy es el rey de las reediciones.

Tras ellos, el éxito de Roberto y Pedrín, Diego Valor o El Coyote daría paso al humo y a figuras como el 'reporter' Tribulete, Carpanta, Zipi y Zape, las hermanas Gilda y la familia Cebolleta. Las revistas 'DDT', 'Tío Vivo' o 'Gran Pulgarcito' darían cabida a estas nuevas aventuras, que, aunque parezca mentira, continúan despertando el interés de todo tipo de públicos. Igual que otros éxitos, como 'Flash Gordon', 'Esther y su mundo', 'Tintín', 'Astérix y Obélix' o 'Príncipe valiente'.

Un género propio

«El cómic se ha convertido en un género por sí mismo, digno de ser impartido como una asignatura en las facultades de Bellas Artes. En sus inicios, la tira cómica se consideró un apoyo gráfico a los periódicos y revistas de prensa, pero pronto, y con un lenguaje muy parecido al cine, logró cautivar a un sector muy amplio de lectores», explica Vicente Pérez, profesor de Ilustración y Dibujo de la Universidad Miguel Hernández de Elche. A su juicio, la irrupción de la televisión y la popularidad de las series impulsó que el manga japonés se hiciera un hueco en el mercado. Nadie duda de que es el protagonista de un sector que, según los últimos datos de la Federación de Gremios de Editores de España, apenas representa el cuatro por ciento de la facturación editorial en el país. Sigue, por tanto, lejos de las masas. Eso sí, el repunte empieza a percibirse. «Se nota más interés. Lo que ocurre es que el cómic tiene una vida más corta que el libro, no se hacen tiradas tan altas y eso influye en la dificultad de adquisición», lamenta Pedro Rodríguez, de la tienda malagueña En Portada Comics.

No obstante, el sector es optimista. Desde Planeta de Agostini constatan que se trata de un mercado en crecimiento. Precisamente, impulsado por la recuperación de los clásicos. La editorial catalana, por ejemplo, es la principal fuente para los seguidores de Superman y Batman, de los que continúan publicando historias nuevas. Sin olvidar personajes tan famosos como Snoopy y Carlitos, cuyas tiras de prensa también fueron recogidas en un recopilatorio.

El público lo agradece. Buena parte de él, dominado por un sentimiento de nostalgia, intenta pasarlos como herencia a sus hijos. «Lo que motiva en la adolescencia marca para el resto de la vida», observa Purita Campos, autora de las historias de Esther (editorial Glénat).

Otros se lanzan a las librerías movidos por un afán fetichista casi patológico. «Hay quien adquiere distintas ediciones de un mismo material», precisa De Cos. Eso sí, la compra suelen hacerla abuelos y personas de unos cuarenta años, fundamentalmente. Así al menos es lo que, según su experiencia, puede afirmar Arantza Barrueta, una de las responsables de tebeosdesiempre.com. Dedicada a la venta de cómics, esta web es fiel reflejo de las preferencias de los lectores. El Guerrero del Antifaz, el Capitán Trueno, Tintín, Lucky Luke y Mortadelo y Filemón ganan por mayoría. Eso sin contar con las colecciones agotadas. Entre ellas, las de Pepe Gotera y Otilio, Superlópez o el 'TBO'.

Pero no todos son rescatados del baúl de los recuerdos. Muchos siguen en plena actividad. Purita Campos, por ejemplo, ha buscado entre sus 3.000 páginas de viñetas para recuperar las aventuras de 'Esther y su mundo'. Además de una primera reedición, Campos ha creado nuevas historias en las que Esther Lucas ha madurado e incluso es madre de una niña. «Decidimos continuar porque, hace veinte años, cuando se despidió, no quedó un final cerrado. Pero ahora ha costado recuperar el personaje», confiesa la autora catalana, que ya prepara un nuevo libro para diciembre tras la gran acogida del que nació el pasado año.

Vuelven en septiembre

Por su parte, Jan publica dos novedades anuales de las aventuras de Superlópez, mientras que Francisco Ibáñez lanza tres nuevas historias de Mortadelo y Filemón cada año; su próxima entrega será en septiembre. «No hay cola más larga en un salón del cómic que las del señor Ibáñez», atestigua Sergio R. Ortiz, director editorial de la empresa malagueña Saturno Ediciones.

En su opinión, las series televisivas y las versiones cinematográficas han sido un aliciente. «Antes, mucha gente pensaba que el cómic parecía que era algo de minorías. En cambio, gracias a ciertas películas, el público se ha dado cuenta de que el cómic es un medio igual de válido que otras formas de expresión para contar un historia del tipo que sea, social, política, acción o 'thriller'», comenta Ortiz, para quien Internet se ha convertido en una de las principales herramientas del sector.

Sólo hay que echar un vistazo a la pantalla para darse cuenta de las posibilidades que ofrece la Red, donde no sólo abundan los espacios de venta de cómics sino también los foros especializados y las opciones de intercambios.

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